No Te Salves -  Mario Benedetti

No te quedes inmóvil al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca.
*
No te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer lo párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo.
*
Pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el jubilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.


l
El diablo negoció con un joven ofreciéndole la felicidad a cambio de golpear a su madre, matar a su mejor amigo o tomarse una botella de licor. El joven optó por lo más sencillo; se tomó la botella de licor, pero embriagado golpeó a su madre, y mató a su mejor amigo.
Qué hubieses hecho tú:
- ¿Hubieses golpeado a tu madre?
- ¿Hubieses matado a tu amigo?
- ¿O hubieses bebido el licor?
No respondas, de cualquier forma, las tres te hubiesen llevado a la perdición porque:
- Pactar con el diablo es en vano,
- La decisión más sencilla no siempre es la correcta
- Y nadie consigue su felicidad con la desgracia ajena.




Justo cuando tenía las manos llenas de esperanzas,
te marchas y se esfuman todas tras tu espalda.
Tantas ilusiones construí
y ahora solo queda un “tú a lo lejos” y un “yo sin ti”.
Debo de despedirme de momentos contigo,
debo prescindir de frases que contengan “junto a ti”,
resignarme a que ahora ya no cruces mi camino 
y tener que repetir esos instantes en el baúl donde se guarda lo que ya perdí.

¡Y mira que trataré en vano de apañarme los ojos para que seque mi llanto!
¡Y mira que fingiré que nada tengo y que nada ha cambiado!
Tendré que hacerme un nudo por dentro
torturándome con tu recuerdo
Y no servirá ningún remedio
porque ni tú vendrás, ni yo olvidarte quiero.
De cualquier modo,
hoy vi cerrarse la puerta por la que te vi partir
Pero dime tú ¿quién cierra ésta que dejaste abierta en mí?



 

“Yo no soy flojo, nací cansado” o “del apuro solo queda el cansancio” son una de las cosas que a veces decimos cuando no queremos hacer nada o deseamos llevarnos las cosas con calma. Aun si tenemos trabajo atrasado, si el cuarto esta desordenado, si tenemos un millón de cosas pendientes, incluso si debemos hacer algo urgente, todo deja de importar en ese preciso instante en que anhelamos darle descanso al cuerpo, despejar nuestra mente o simplemente dejar que el ocio o la vagancia ganen una batalla. ¡Ahhh!! Suspiramos… De momento nos sentimos triunfantes por haber echado a un lado la rutina y los deberes, y desaparecer las palabras urgente, obligatorio, e indispensable para dejar nuestra imaginación en blanco. Y mientras tanto cerramos la puerta, apagamos el teléfono, dejamos nuestro molde en la cama o en el sofá, roncamos despiertos, nos quitamos las ganas del cuerpo, estiramos nuestros músculos para desperezarnos en vano y nos relajamos por un tiempo largo…


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