Cuan posesivos podemos ser con la persona que queremos, nuestro sentido de pertenencia nos obliga a creer que es nuestra y casi deseamos que así sea sin tomar en cuenta que cada quien es un ser humano libre, sin dueño y sin etiquetas. Erramos al creer que un simple nexo o parentesco nos da poder sobre alguien hasta el punto de hacerlo de nuestra absoluta propiedad y poder utilizar literalmente la frase: “no te comparto con nadie más”.
Sí, es verdad, en una relación siempre surgen temores y cada persona desea que su pareja se desviva solamente por ella pero no debemos confundir conceptos, la fidelidad nada tiene que ver con los celos.
No lo niego, a veces que tu pareja te cele te sube la autoestima, te hace saber que le interesas, que le importas y en algunos casos hasta te divierte, pero nada en exceso es bueno y celar demasiado solo inspira inseguridad, desconfianza y poco respeto. Además, es bastante incómodo sentir que tu pareja no cree en ti, eso sin mencionar el tedio que causa el que empiece a vigilar cada uno de tus pasos para intentar descubrir si hay “alguien más” rondando por ahí.
En lugar de mantener una conducta tan infantil, deshagámonos de los miedos y recelos que tanto estorban. En una relación de verdad, integrada por dos personas serias no hay espacio para ello y si lo hay, a alguno de los dos le hace falta crecer o ambos necesitan madurar, por lo que es probable que no concreten algo fructífero y real.

(Pero qué bien que sienta ser celado y celar)




No puedo evitar pensar cuando me dicen “tal persona es un manojito de virtudes” que aquélla no se está mostrando como en realidad es o está ocultando una parte de su ser.
Sería curioso ver como se queda callada cuando le pidan mostrar tres de sus defectos como si con el silencio intentara demostrar que está libre de ellos. Seguro se quedaría pensando, intentando ubicar alguno cuando la verdad es que tiene más de uno y teme descubrirlos.
No nos engañemos,  todos sabemos que no hay ser humano perfecto y quien así lo crea debe minimizar su ego, porque lo cierto es que nombrar apenas tres defectos no le hace justicia a los tantos que tenemos.
Deberíamos ver los defectos como una oportunidad para mejorar física e internamente y así crecer a nivel personal, de manera que cuando nos pidan hacer una lista de ellos podamos hacerlo sin miedo a contrarrestar nuestras virtudes.
Ahora bien, si deciden creer ciegamente en aquello de tener en frente un manojo de buenas cualidades, no se sorprendan si al darse la vuelta descubren que también es una mina de imperfectos constantes.


 

Qué puedo nombrar que no me enseñaras; extinguiste mi ingenuidad con tu picardía, sumiste a un protocolo obligado a las sonrisas, cambiaste mis hábitos con tus manías.
Qué no aprendí de ti: reprimir cada gesto espontáneo, guardar en secreto lo que hacía falta gritarlo, apreciar el dolor que produce cada espina sin siquiera conmoverse con el aroma de una rosa, jamás abandonarse a una caricia sin antes reconocer en ella la mentira.
Sin duda te llevas el mérito de que la inocencia y el placer hayan sido aliados sin querer, de que las acciones impulsen sentimientos y no al revés, de que el sufrimiento se disfrace de amor para hacer creer que en las sombras se pueden pintar ilusiones a color.
Hoy camino con la frente en alto, a pesar de tener el corazón partido y el alma y el cuerpo enlutados, esparciendo cenizas como serpentinas por donde paso. 
Tienes razón, soy tu mayor creación. Como tú reflejo destrucción y he olvidado el significado de querer, has sido un muy buen profesor. Pero si es de deberte admiración, que sea mi mano la que te haga saborear una dosis del veneno que a tu lado aprendí a preparar y que tantas veces me diste a probar. 




 

Ya me he deshecho de todas tus cosas y quemado todos tus recuerdos, no hay ni una pizca de nosotros y me he encargado de regar que por ti nada siento. He repetido tantas veces que te quiero lejos que es casi un hecho el no verte de nuevo y la soledad que sin ti temía resultó ser mi mayor amuleto. He repetido tantas veces que sin ti estoy mejor que ya me lo estoy creyendo, aunque los demás se cansen de pensar que repito más lo que no siento. 
¿Cómo se les ocurre creer que con mis palabras miento si podría jurar que lo que expreso es cierto?
Pero ya sabes cómo es esto de olvidar, justo se te cura la herida y alguien viene a tocar la cicatriz pero, afortunadamente, tú no dejaste huella en mí. Y sí, es posible que aun lleve una grieta por dentro pero después de todo, siempre quedarán cenizas donde hubo fuego.


El mundo ya tiene demasiadas imitaciones. Defienda la originalidad. Con la tecnología de Blogger.