¿Qué el físico no importa? Gran mentira. Aquél que diga que lo primero que ve en una persona cuando se le acerca son los sentimientos está mintiendo pues éstos no pueden verse a simple vista, a no ser que se haya desarrollado un lector de estado sentimental desconocido hasta el momento.
Pongamos las cartas sobre la mesa, aun cuando muchos digan que no hay persona fea sino mal arreglada y que las apariencias engañan, la gente siempre se deja llevar por el físico para crearse al menos la primera impresión de los demás.
Nadie camina con el interior al manifiesto ni con la personalidad expuesta en bandeja de plata. Para que otros digan que tal persona los dejó embelesados con su forma de ser, sin antes haber  intercambiado palabras, justo en el instante en que la vieron por primera vez obviamente se dejan llevar por las características superficiales que tienen en frente.
Para muestra un botón: ¿por qué habrá ahora tantas cirugías estéticas, tanto metrosexual y tanto silicón? En la sociedad la gente se ha acostumbrado a ver el exterior de cada persona como la imagen de lo que refleja y el espejo de lo que es en realidad, aunque muchas veces no sea más que un disfraz.
El físico sí importa, y tal vez no sea relevante para nosotros mismos de manera individual pero sí de manera general; si cuando salimos a la calle calificamos a los demás desde la ropa hasta por el color del cabello, aun cuando a cada uno en particular no le importe lo que lleve puesto.  
Sí, los sentimientos están sobrevalorados, y por mucho, al físico y no me cuesta admitir que éste último con el tiempo se termina desvaneciendo; no cabe duda de que lo que en verdad importa es lo que llevamos dentro pero en resumidas cuentas, todos comemos de ello.

"Muchos creen que al desnudarse se muestran como realmente son, pero el cuerpo es sólo otro vestido al que se le puede cambiar la tela, la talla, el modelo y el color"...



  

Desesperado, caminas de lado a lado esperando algo. Ves el reloj y te das cuenta de que los segundos, que son instantes diminutos, se dan su postín en el tiempo y son cada vez más lentos. Volteas para todas partes tratando de que tus ojos se fijen en un punto encontrado que llevas rato pensando. Miras el ritmo a tu alrededor, la gente, el movimiento, los sonidos, todo parece estar confabulado para ir más despacio y hacerte parecer loco en un mundo tan calmado.
Y en la apresurada rutina, no escuchas los pasos que se van acercando mientras todavía piensas: “aún no ha llegado”. Entonces sientes su presencia, tus pies se detienen y tu alrededor va al compás de tu reloj; pero tú sigues extraño pues, a pesar de que tus ojos encontraron lo buscado, sabes que en algún momento necesitarás de pausas para prolongar unos minutos fugaces que sólo se detienen cuando algo está ausente y te hallas impaciente esperando que llegue.



 

Cuánta gente despechada, decepcionada y hasta pesimista no abunda que maldice a Cupido, repite constantemente que el amor no existe y que hasta piensa que no hay una media naranja creada para ella, todas capaces de afirmar que el amor apesta.
Me da chiste escucharla a veces y no es que me burle del mal ajeno, simplemente me parece tan dramático e irónico que termino riendo.
Los primeros, en lugar de culpar a Cupido, deberían culparse a sí mismos de haberse fijado en la persona incorrecta; los segundos, son tan incapaces de amar que prefieren generalizar en cuanto se refiere al sentimiento en vez de aceptar que el problema reside en ellos; y los terceros, tienen tanta inseguridad de sí mismos que eligen creer que necesitan a alguien que los complete, en lugar de aceptarse tal cual son y buscar a alguien que los valore y resalte sus buenos dones.
Ya déjense de estupideces y dejen de inspirar lástima apoyándose en la frase de que el amor no se hizo para ustedes, pues lo cierto es que si no tienen el tacto suficiente para identificarlo, apreciarlo, sentirlo y aprovecharlo, estando dispuestos a aceptar del mismo modo el triunfo o el fracaso, no vale la pena que lo intenten y está de más que se lamenten.


Todos alguna vez hemos puesto nuestras expectativas en alto, tan alto que a veces soñamos demasiado y no nos damos cuenta de la nube en la que volamos hasta que la realidad nos hace caer de golpe y al reaccionar, nos decepcionamos.
Por instantes, no puedes creer encontrarte en un nivel tan bajo y tan distante del que habías pensado pero no tienes tiempo ni ganas para dormir nuevamente y esperar que al abrir los ojos lo que imaginaste lo tengas dibujado al frente, mucho menos cuando te toca recomponerte de haberte estrellado tan fuerte.Y mientras, te lamentas de no haber despertado antes, te culpas de haberte dejado llevar por tus esperanzas e ilusiones y no haberles puesto frenos oportunamente.
Es cierto, la imaginación es un espacio en constante construcción y es muy difícil ponerle límites a nuestros anhelos pero no podemos obviar que el mundo real no está hecho para cumplir nuestros caprichos o deseos.
Lo ideal sería pisar sobre seguro y no dejar que nuestros pies se eleven del suelo cuando soñamos despiertos, teniendo presente que la intensidad de nuestras heridas dependerá del tamaño de nuestras fantasías pues aunque cueste un poco, hay que ser realistas.


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