Y aquí estoy, eligiendo la mejor de tus prendas y el mejor de tus zapatos
Eligiendo el lugar correcto y las más lindas flores
Como si fuera algo normal el lapidar tu nombre.
Me debatí un instante entre incinerarte o enterrarte [inserte aquí risa irónica]
Me decidí por lo segundo y ahora también tengo que elegir tu urna.
Despejando tu closet de ropas que no usarás
Dejando todo en orden a sabiendas de que no vendrás
El aroma de tus cosas me marea y me da náuseas el pensar que ya no volverás.
Y en la ceremonia de tu irreversible despedida
Tengo que soportar que el cura diga unas palabras ya estudiadas y sentidas
Que nada tienen que ver contigo,
Que las personas palmeen mi hombro o me estrechen la mano
Como si quisiesen mostrar que entienden una aflicción que no padecen.
Cuanto me fastidia verlas soltar lágrimas falsas como si actuaran en un barato drama
O echar chistes negros o mediocres
Para hacer reír a los otros y ensuciar tu entierro
O que vengan vestidos con los mismos trajes que  luego
Indiferentemente, usarán para disfrutar una fiesta.
Si vieras lo hipócritas que son,
Ha venido gente que cuando en verdad “existías”
No te dedicaba ni un “Buenos Días” aunque fuese por educación.
Todo es una broma para ellos:
Lanzar un puñado de tierra, dejar caer una rosa en tu fosa, decirte adiós.
¿Cuántos en verdad son los que sienten tristeza?
¿Cuántos realmente sienten pena o dolor?
Sólo le pido al cielo un último momento a solas para poder gritar
Y lamentar tu partida como si en ello se me fuera la vida.
Y que se vayan todos, mandar a toda esta gente a la mierda
Aquí en tu funeral estorban porque soy yo quien de verdad te llora.
Mientras más le doy vueltas al asunto más irónico me resulta celebrar tu muerte
Es como si me felicitara por tu pérdida, como si festejara el no tenerte.
El cementerio se ha quedado vacío cariño, es un día soleado
No  tuve siquiera la suerte de que la lluvia camuflara mi llanto
Sé que ya debería haberme ido, resignarme a que ya no estarás a mi lado
Decirte adiós y marcharme con los brazos cruzados.
Pero no puedes juzgarme, lo estoy intentando.





Le dimos la vuelta al mundo cuando el siempre seguía vigente
Pero resbalamos en barro queriendo alcanzar las estrellas.
El golpe fue fuerte.
Nos rayamos en la rutina intentando grabar y reproducir la misma cinta
Rompimos el record en pelearnos, nos agotamos
Nos herimos y no cicatrizamos
Dejamos de defender lo que sentimos
Nos gastamos de querernos
Pero decidimos darnos tiempo queriendo decir distancia
Y la distancia le ganó al “juntos”.
Ahora kilómetros nos separan y el “tú” y el “yo” ya no se cruzan.
Ésa es la historia…
Agua pasada, vida vivida, un nosotros con fecha vencida.
Y vamos a ignorar que nos quisimos
Y vamos a olvidar lo que vivimos
Seremos como extraños conocidos que se echan de menos
Sólo cuando coinciden en el mismo punto.
Y será fácil adaptarnos a otras personas
Los recuerdos no golpearán nuestra cabeza
Ni revivirán sentimientos extintos
No lloraremos en vano por el pasado
Ni nos reprocharemos afligidos por lo que fue y no pudo ser
A pesar del dolor sabremos actuar con madurez.
Y justo cuando empecemos a ignorarnos
Y a intentar borrar momentos de nuestra memoria y de nuestro ser
Nos reiremos, sabiendo que allí es donde inician los cuentos que nadie lee.


Y a veces la verdad y la mentira pueden fundirse en una misma línea hasta el punto de no distinguir la realidad de la fantasía...




Llovía, las gotas de agua humedecían sus mejillas
Pero a pesar de eso ella sonreía.
Él saboreó sus lágrimas mientras la besaba y supo que fingía
¡Qué saladas son las despedidas!

Brisaba, el viento a su manera me peinaba el cabello
Él no reparaba en eso, su semblante permanecía tieso
Había en su mirada un aire de reproche
Un nudo en la garganta me impidió el habla
Abordé el tren, le dejé en el andén
Tampoco articuló palabras.
Las despedidas son agrias.

Nevaba, iluminaba su rostro una bombilla cercana
Fui a su encuentro con los brazos abiertos
Pero ya había otro a su lado abrazándola.
Las despedidas son amargas.

Oscurecía, compartíamos un helado de torta suiza
Mezclamos el postre con nuestros labios
Y al separarnos, el miedo cruzó nuestros ojos
Sentimos el impacto, nos desplomamos.
Las despedidas son dulces, al menos
Ése fue el último sabor que probamos.

Vosotros estáis equivocados:
No hay azúcar que pueda endulzarlas
No hay sal que pueda salarlas
No son ni agrias ni amargas.
Saben a ausencia, a distancia
Y ése, os digo, es el sabor de la nada.


Él como buen mago supo manipular sus instrumentos.
De su bastón emergió una flor que la embriagó con su aroma
El pañuelo con el que secó sus lágrimas se convirtió en un ave que la hipnotizó con su vuelo
Y así, ella cayó rendida a sus deseos.
Más tarde, ella se daría cuenta de que el roce de la rosa sería suave siempre y cuando no tocara sus espinas
Y que la paloma blanca transmitiría esperanza siempre y cuando sus alas estuviesen desplegadas.
Porque una vez que esa rosa la hiera y que esa paloma de elevarse se prive
Cuando ella despierte de su ensueño y el mago haya desaparecido
Ambas cosas vuelven a ser lo mismo
Un bastón sin gracia, un pañuelo inservible
Y esta vez no sólo tendría que limpiar sus lágrimas sino también la herida que sangra.
A la larga, ella asumiría que aquél siempre tuvo un as bajo la manga
Y que justo en el momento cuando él acarició su oreja para hacer aparecer una moneda, quiso seguirle el juego
Y a sabiendas de que su magia sólo era un truco, decidió correr el riesgo.

"Si quieres encontrar magia en un beso no la busques en los labios incorrectos"...



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