Están los que creen que el mundo está en la palma de sus manos porque en ellas cabe una moneda y se pueden meter a cualquiera en el bolsillo con ella. Si una no es suficiente siempre tienen más, basta con que les pongan un precio y ellos dan la cantidad.
Ésos a los que les encanta plasmar su firma en un regordete cheque con una gran fila de ceros a la derecha y regodearse por ello, que creen que pueden comprar cualquier cosa: un gran auto, un par de acciones, una mansión lujosa; que le ponen precio a los sueños porque los pueden costear, y que pasan por encima de cualquier límite o barrera porque no hay nada que su fortuna no pueda pagar.
Así que si necesitan sexo, contratan una prostituta; si tienen hambre, van a un restaurante; si quieren un bello bronceado, visitan un sauna; si necesitan una mejor figura, acuden a un cirujano; si quieren evadir la ley, sobornan al juez; si quieren más estatus, compran un título; si necesitan mayor fama, aparecen en la página de sociales de la prensa y, si necesitan sentirse mejores como personas, donan una pequeña cuota a una entidad benéfica.
Y si se diesen cuenta de que si el mundo cupiese en su puño se estrangularían a sí mismos, que te puedes ganar a cualquiera de gratis, que es mucho más divertido recibir cheques con miles de ceros a la derecha que hacerlos, que es más meritorio superar los límites que hacer que alguien los rompa por ti, que hacer realidad los sueños cuesta pero nadie es tan tonto para ponerle precio a cerrar los ojos, y que finalmente, quien sea le pone costo a cualquier cosa pero sólo un verdadero idiota paga lo que sea por cosa cualquiera.
Les dejaré claras ciertas cosas:
-          Placer no compra pasión,
-          Saciedad no compra satisfacción,
-          Belleza no compra naturalidad,
-          Ley no compra justicia,
-          Título no compra experiencia,
-          Fama no compra reconocimiento
-          Y dar limosnas, definitivamente, no compra el cielo.
 
Cree que el dinero puede comprarlo todo y ni que te coloque un diccionario en las manos para que ubiques su significado, conocerás el verdadero “valor” de las cosas.





Saber que algún día vestirás de luto y andarás sin júbilo
Hacia un almacén de huesos, sollozos y tristes suspiros,
Lugar desierto donde reina el olvido
Y yace en un sueño eterno lo que se ha perdido.
Pensar que bajo tierra encontrarán refugio
Tu mirada hueca y tus labios fríos,
Tus oídos lúgubres sin captar sonido
Y tu voz silente apagada en el vacío.
Arriba la gente,
Testigos del alma que desfallece,
Celadores de recuerdos
Y protagonistas de los rezos que dedican a tus restos.
Muerte, certeza exacta después de vivir
Pero si pudiera decidir:
No quiero lápida, tampoco entierro
Prefiero que mis cenizas se las lleve el mar
O las azote el viento.



Por mi culpa, por mi culpa, por mi culpa.
¿De veras esperan las personas que darse golpes de pecho repare el mal que han hecho? ¿Qué es lo que buscan con ello? ¿Redención? ¿En realidad esperan que tres toques leves al corazón las redima de sus actos errados y las absuelva de todos sus pecados?
Por mi culpa, por mi culpa, por mi culpa –dicen. Reciben tres golpes secos como contestación, esperan despertar algo en sus adentros y escuchan un eco a modo de consolación pero para mí es sólo la certeza de lo lejos que se encuentra su alma, de los vacíos que en realidad son.
¿Quién habrá inventado éste absurdo ritual que siquiera causa dolor? O bueno sí. Te duele la piel por unos segundos y puede que tu conciencia te castigue por unos minutos pero ¿quién paga las secuelas de tus actos? ¿Quién afronta el sufrimiento de tu error?
Que cierto es ése refrán que reza: “A lo hecho, pecho”; literalmente, es así.
Es que si no se nos hubiera enseñado que con el arrepentimiento somos absueltos, la historia sería distinta y, en lugar de creer que todo se soluciona con unas “disculpas sentidas”, estaríamos asustados porque, después de todo, no habría forma de saber que sin importar las malas obras que hemos o hayamos hecho, siempre podremos ganarnos el cielo.
Hay una frase que se acopla perfecto a esto último pero que en éste momento no recuerdo. Cómo era… Ah sí: “Dios no medirá los malos actos que hayas cometido en la Tierra sino el bien que dejaste de realizar”. ¿Será verdad?
En fin, no sé si venía al tema, pero lo cierto es que desde que somos conscientes de que “errar es de humanos”, estamos seguros de que cualquiera puede perdonarnos y de que, aunque sean también libres de juzgarnos, sólo uno tiene el poder de condenarnos.


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