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Salmo 4:8.
"En paz me acostaré y asimismo dormiré, porque sólo tú, Jehová, me haces vivir confiado"
Simples Líneas...
¿Cuánto dolor esconde una herida?
¿Cuántas marcas deja en verdad una cicatriz?
¿De cuánto sufrimiento va cargado una lágrima?
¿Será que la tristeza se puede medir?
Grandes corazones
los que guardan mil penas
y aun así pueden latir.
Y que aun yendo de la mano de la amargura
encuentran un motivo para sonreír...
¿Cuántas marcas deja en verdad una cicatriz?
¿De cuánto sufrimiento va cargado una lágrima?
¿Será que la tristeza se puede medir?
Grandes corazones
los que guardan mil penas
y aun así pueden latir.
Y que aun yendo de la mano de la amargura
encuentran un motivo para sonreír...
María Soledad
María Soledad era sin duda como su apellido
apartada y encerrada en el vacío,
entregada al silencio y al olvido.
A veces lloraba y nadie cubría sus penas.
Pero entonces, oía gotas diáfanas cayendo del grifo
o una débil y repentina llovizna
le infundía su frío
y se sabía entendida,
aunque de una forma distante y ajena.
Luego guardaba sus lágrimas
apretaba la llave para impedir el tintineo del agua
corría las persianas tras la ventana cerrada
y así tristemente sentíase consolada.
apartada y encerrada en el vacío,
entregada al silencio y al olvido.
A veces lloraba y nadie cubría sus penas.
Pero entonces, oía gotas diáfanas cayendo del grifo
o una débil y repentina llovizna
le infundía su frío
y se sabía entendida,
aunque de una forma distante y ajena.
Luego guardaba sus lágrimas
apretaba la llave para impedir el tintineo del agua
corría las persianas tras la ventana cerrada
y así tristemente sentíase consolada.
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Los autores y administradores de *Trébol de Izary* son en secreto cantantes y dibujantes frustrados. De lo que deberá usted suponer que salvo las letras, cada imagen o video que se ha publicado en este espacio nunca nos ha pertenecido; pero tienen dueño, eso seguro.
Divertido relato que me cabreó por las convenciones decimonónicas del siglo XIX en pleno XXI, pero que me recordó a Oscar Wilde por las situaciones y reacciones absurdas. Si yo fuera el negro y la naturaleza me hubiera otorgado de semejantes características, habría castigado a la mujer esa, dejándola ahogarse en sus sueños de chocolate. Besos.
ResponderEliminarPerdón por la redundancia (decimonónica del XIX) pero se me entendió, ¿no?
ResponderEliminar¡Qué chévere que te haya divertido y cabreado el relato, Javier! A Oscar Wilde aún no lo he leído como se debe, pero lo tengo en mi lista desde hace mucho. Confieso que se me pasó por la cabeza dejar a la mujer esperanzada, pero no iba en consonancia con el mensaje que quería transmitir y entonces Jacinto no hubiese sido muy distinto que ella.
EliminarCon respecto al castigo, ¿qué te hace pensar que no lo tuvo? Hay muchas formas de castigar a alguien, solo que el odio y el desprecio son las más fáciles.
¡Muchísimas gracias!! Un abrazote!!
Ah, y sí se te entendió ;)
Opiné en "No somos escritores" y como ando dando vueltas, lo hago por acá... yo no opino como Javier... yo creo que Jacinto hace bien, de pasar a buscar un poco de eso que es suyo...
ResponderEliminarBueno, suyo, suyo... no, eh. Pero que tal vez debía hacerle tragar sus palabras de alguna manera, eso sí.
Eliminar¡Muchísimas gracias por leerme y comentarme en ambos sitios, Agustin!
Un abrazote!