Con Su Permiso...

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Last kiss - Adam Martinakis

A usted las pocas veces que sonríe se le forman unos hoyuelos en las mejillas en los que gustosa me entierro viva. A mí siempre me han atraído las causas perdidas y no sé si de antemano me destinan al fracaso su barba de más de cinco días, campo fértil para cosechar caricias, o ese aire de desamparo con el que claman por auxilio sus pupilas.
Yo ya sabía que a sus labios, carcomidos por la dureza del tiempo y las palabras profanas, había que devolverles la humedad con la calidez de otro aliento que, alevoso, les propiciara una lluvia de buenos deseos puertas adentro. No me los deje sueltos ni cerca al final de una frase vana o inacabada o, ay de mí, no respondo por ellos.
Su tez áspera me recuenta las batallas que ha librado y sus manos endurecidas por no sé yo qué pruebas claman porque acabe al fin la guerra, despreocúpese: vengo en son de paz. Abra los puños y aprenda que el sosiego se puede tocar. 
Mientras, para no perder la costumbre y aprovechar el paso de las horas, voy ideando qué hacer con esa manía irresistible suya de caminar como halado por la vida, con el cabello desgreñado de nunca haber aceptado una invitación a la barbería, vestido con la marca más cara de dejadez y desenfado, y engalanado con ese vaivén taciturno que emana de su ánimo. Y ese talante serio, meditabundo, con el que parece congeniar con entes de otro espacio aunque quepan en sí mismo; la indiferencia con que se interna en las tareas cotidianas tal si todo alrededor careciera de importancia; esa naturalidad que lo arropa y parece apartarlo de estereotipos, dejándolo a salvo de modos y modas vigentes...
Puede que luego descubra que no he hecho más que adorarlo con locura desmedida, pero mire que ha sido fructífero extraviarme en sus lindeles. Ya me lo sé de memoria y puedo recitarlo al detalle del derecho al revés y viceversa, desde adentro hacia afuera, de la carcajada a la angustia, del enojo al silencio, del suspiro a la duda, de la alegría al grito, de la congoja al gemido, del llanto al “te quiero”, del ida sin vuelta “te quedas conmigo”.
Desvarío cuando, abandonándose a mí, sale al unísono en mi auxilio y su aliento se convierte en promesa de calma y regocijo. Yo que siempre me había dejado arrastrar por causas perdidas, quién lo diría... que aún vencida, saldría ganando con la suya.






9 comentarios:

  1. "No te des por vencido ni aún vencido", como siempre, una ternura y delicadeza exquisita tu escrito, un fuerte abrazo, ¡salute!

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    1. ¡Ernesto! Qué chévere que aún me leas. ¡Mil gracias! ¡Salute y un abrazote!! ;)

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  2. Como siempre, certeros y envolvente juegos de palabras... y esa música que aparece por el texto. Muy bueno, Fritzy :)

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    1. ¡Muchas gracias, Andoni! Me alegra que también te haya gustado la canción. ¡Un abrazote!! ;)

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  3. Hace poco comentábamos, ¿te acuerdas?, el uso del usted más como muestra de respeto y del tú como de un trato más afectivo. Pues bien, en este texto declarativo se reflejan las dos intenciones por igual. Un plano afectivo en el contenido y otro de profundo respeto en la forma (algo ya evidenciado en el título, cuando quien narra pide permiso para efectuar una declaración con ese talante) Y por cierto, veo te estás especializando en narrar causas perdidas… Claro que, con una confesión así, como dices al final, aún vencida puedes salir ganando. Por de pronto ya te has ganado mi admiración con esa prosa poética que tan bien manejas. Hay frases que son oro puro, como esa de “vestido con la marca más cara de dejadez y desenfado” Vamos que, si esto fuese una arenga para una futura batalla, no daría yo ni un chavo por “el enemigo”, por mucha munición de indiferencia que poseyese su artillería, ja, jaa.
    Un abrazo Fritzy

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    1. Si el "enemigo" sale perdiendo se iguala la cosa. Jaja, lo de narrar causas perdidas no es reciente, se me es más fácil lidiar con ellas. Su contrario requiere de cierto estado de euforia que la realidad y la rutina no hacen tan accesible. ¡Muchísimas gracias, Isidoro! ¡Un abrazote!! ;)

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  4. Preciosa declaración. A mí el que más me gusta es el último párrafo, porque cuando se quiere/admira así, uno no puede más que ganar. Besos.

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    1. No me dejas nada qué objetar :) ¡Muchísimas gracias, Javier!! ¡Besos y un abrazote!! ;)

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