Nada(r)

/
2 Comentarios
Fotografía de Wojciech Grzanka

–Las lágrimas, para rodar, ¿qué rito siguen?
–No sé, hace rato que me inundan sin motivo.
–Ver una cinta trágica para encontrarlo es triste.
–Lo sé. Y más seguir llorando a su final sin haberla comprendido.
– ¿De qué trataba?
–Un trozo de vida cualquiera, supongo.
–Mmm... Vivir, ¿tiene algún sentido?
Se encoje de hombros.
–La vida, ¿qué sentido tiene? –Insiste.
–Ninguno. Creo. Te echan a vivirla sin siquiera consultarte y de ahí ya se ven malos augurios.
– ¿Y qué deberían preguntarte?
–No sé. ¿Quieres nacer? O ¿quieres nacer allí? Como mínimo. Uno debería poder escoger qué mundo espera alumbrar con su llegada.
–Parece que eso no es asunto abierto a discusión. Y lo de la luz que traes... deberías ponerlo en duda.
Suspira y hace una mueca.
–Es la tierra siempre, de todas maneras. Eso es unánime.
– ¿Cómo lo sabes?
–Es el único planeta que necesita público para girar hacia ninguna parte.
–Puedes decidir si estar entre los espectadores o dentro del espectáculo.
– ¿Hay alguna diferencia? Todo se reduce a dar vueltas sin sentido hasta que un día te convences de que solo te mareas y gritas: ¡me bajo, detengan esta mierda!
– ¿Y después qué?
– ¿Después? Después te enteras de que hay solo una salida, justo donde la muerte celebra y obsequiosa te agasaja con una botella de vino.
– ¿Blanco o tinto?
–Tinto, claro, para que se consuma en la misma medida en que de tus venas ya no mane líquido.
–Ya, pero ¿te bajas?
– ¿Que si me bajo? Eso es justo lo que te cuestionan, pero solo por costumbre o protocolo mientras se mofan de ti entre dientes, causándote bochorno.
– ¿Te cuestionan? ¿Quiénes?
–Pues ¿quiénes más? Los que te oyen gritar.
–Ya, pero ¿tienen nombres, no?
–No sé, no sé. Solo sé que luego, tú, cobarde, llamas al tiempo, ¡ese usurero! Llamas a la vida, ¡esa maldita! Y les ruegas, les imploras y concilias...
– ¿Concilias?
–Sí. Les dices que ya sabes que te han deparado un sinfín de desventuras, pero que cojan pausa que tú aún no llevas prisa.
–Pero, ¿no te bajas?
Se encoje de hombros por respuesta.
– ¿Por vergüenza o cobardía?
–Por ambas, por ninguna. ¿Qué sé yo? Siempre hay más motivos.
–Dame uno.
– ¡No lo tengo! Es como con las lágrimas y su rito.
– ¿Verás una cinta para encontrarlo?
–Y llegar a su final sin comprender...
– ¿La cinta o el motivo?
– ¡Ambos! ¿No te das cuenta de que es lo mismo?
–Pero es que nada tiene sentido.
– ¡Es lo que te tengo dicho desde el principio!


Aldo Simetra





2 comentarios:

  1. Ese círculo vicioso que siempre lleva al mismo sitio, o a ninguno. Para eso se podía haber ahorrado la conversación el pobre que tanto preguntaba. Como diría un amigo filósofo, exquisitas disquisiciones nihilistas. Abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Cierto que pudo habérsela ahorrado y ahorrársela también a su interlocutor, cuyo desinterés hacia conversación alguna era más que evidente. Un ir y venir sin realmente partir ni llegar, así es como resumo el placer de divagar. Un abrazo desde por acá.

      Eliminar

¡Coméntenos! Claro que mordemos, pero desde aquí no podemos hacerlo.

El mundo ya tiene demasiadas imitaciones. Defienda la originalidad. Con la tecnología de Blogger.