Cuántas veces te has hecho una percepción de alguien o algo dejándote llevar por las apariencias, cuántas veces has juzgado sin saber o conocer. De seguro te has equivocado en más de una ocasión al dar la sentencia sin antes escuchar la defensa y luego te has apenado de que tu visión no sea la correcta. Sacas conclusiones de buenas a primeras basándote en los hechos que tienes al frente pero no en la historia que los precede, pones a un lado lo que es dejándote llevar por lo que parece ser, te lanzas sin pensar en lo primero que ves y confiando en que consigues un “con las manos en la masa” sales con “las tablas en la cabeza”. Le das rienda suelta a tu imaginación y se te olvida pensar que la realidad tiene más de una versión.
Mi consejo ante cualquier situación: esperar y  mirar dos veces, porque aunque una imagen valga más que mil palabras la interpretación que le estés dando puede estar errada.

 


 

Yo también puedo escribir unos versos tan tristes como esos, desahogar mi llanto por verte partir, reconocer que ya hace tanto te perdí y que lo único que compartimos sea este cielo que hoy para mi es oscuro y que tal vez brilla para ti. Podría escribir unos versos que anuncien tu nombre, que hagan renacer el sabor amargo que me produce el que no estés aquí, una mirada esquiva, un beso con labios secos, una despedida marchita que aun así es capaz de resurgir de sus cenizas. Escribiría quizás que todavía te quiero aunque estés lejos, me lamentaría del pasado que se asoma a mi presente porque aun lo sueño, me agotaría de preguntar por qué fue un adiós y no un hasta luego, remordería mi conciencia con actos de los que me arrepiento, me pondría a pensar en lo que pudo ser y en lo que no fue, desharía mi mundo solo con tu recuerdo y de seguro caería a tus pies. Pero luego, cuando me encontrara releyéndolos en silencio, bastarían instantes para darme cuenta de dos cosas: Una, no soy Pablo Neruda, y la otra, que ocupas tanto espacio en mi vida como un capítulo en una historia que apenas inicia.





 Parece que fue ayer cuando estuve contigo
  Y hoy de pronto seguro te encuentras besando otros labios,
 Reflejándote en otros ojos,
 Despertándote en unas sábanas con un olor distinto
 Y cobijándote en otros brazos que no son los míos.
 Después de haberme aferrado a tus caricias infinitas,
 A la textura de tu piel
 Y a tu particular forma de ser
 Me toca echar a un lado todo lo vivido
 Y empezar a aceptar a alguien más en tu camino.
 ¿Dónde quedó el punto final y el punto de inicio?
 Me extravié en el trecho existente
 Que separa lo anterior de mi presente.
  Cómo es que ahora debo hallarte un sabor a olvido
 Y colocarte en un lugar recóndito de mi recuerdo
 Donde están las cosas que he perdido.
 Aun me cuesta acostumbrarme al compás de otro latido,
 A la fuerza de otro cuerpo, al sonido de otra voz,
 Al deambular nocturno de otros pasos,
 Al ritmo de otra respiración.
 No cabe duda de que ya no nos pertenecemos
 Tengo que comenzar a coleccionar nuevos momentos
 Y admitir, aunque duela, que ya no formo parte de tu vida
 Y que es mejor que tú no estés en la mía.


 


Repaso tu transparencia en las cosas que rodean tu ausencia
Buscando encontrar algún lleno de tu cuerpo,
Algún aroma, algún recuerdo, 
Un minúsculo sentimiento
Que me cree la ilusión de que estas presente
Y de que tu estancia no ha caducado de manera permanente.
Cuanto vacío en el espacio, en la mente, en lo vivido.
Los latidos que poseo 
Son como ecos que se pierden para alcanzar los tuyos
Y que sucumben poco a poco 
Como las hojas secas de un árbol abatido en un olvido infinito.


¿A dónde va lo muerto?  
 ¿Cómo conseguir dirección a un lugar sin regreso?
Mis lágrimas no harán que vuelvas conmigo
Pero cuesta soportar el haberte perdido.
Respiro el aire que tú antes respiraste
Te siento en las cosas que siempre usaste
Duermo abrazada a tus historias, a tus memorias, 
A esos instantes que fueron tanto
Y que ahora son solo trozos en algún lugar del ocaso.


El mundo ya tiene demasiadas imitaciones. Defienda la originalidad. Con la tecnología de Blogger.