¿Y dónde queda lo que sentimos? Me pregunto.
Llegas y me anuncias que será la última vez,
Que luego de éste no habrá un próximo encuentro
Que te has cansado de luchar en vano, de rendir cuenta a terceros,
De tener que explicar lo que vivimos porque es incomprensible para el resto.
De las visitas fugaces, de las peleas constantes,
Que aunque no te arrepientes de amarme
Es mejor que nada nos una a que otros nos separen.
¿Y dónde queda lo nuestro? Te pregunto.
Tanto sacrificio, tanto desafiar al mundo,
Tanto conquistarnos ambos y fortalecernos juntos, tantas noches de consuelo,
Tanto repetirnos que sólo nosotros lograríamos dominar lo que sentimos
Para que ahora lo tires al caño y les des el lujo a los demás de señalarnos
Y de decir “eso fue tiempo perdido”.
Y te acercas y me dices en un susurro: -ya no hay remedio
Y me pides un último abrazo y me robas un último beso
Y nos damos las que tú dices serán las últimas caricias
Y esperas que ése sea nuestro último recuerdo
Lágrimas caen para enmarcar nuestro más triste momento
Pero no lo acepto.
Después de acostumbrarme a tus absurdas manías
De encontrar espacio en mi agenda para tus aburridas rutinas
De tomar lo malo y hacerlo bueno, de tomar lo bueno y hacerlo grandioso
De querernos por encima de nuestros defectos
De superar cada fracaso, de esquivar cada golpe y curar cada herida
Vienes y tomas la peor de las decisiones para dejarme hundida.
Intentas calmarme con otra de tus frases y confías en que surtan efecto tus palabrerías
Pero no funciona. El silencio es lo único que queda por decir.
¡Rayos! Quisiera poder mover los labios para algo distinto que temblar
Y poderte decir: -no soportaré el estar sin ti.
Algo se quiebra, el miedo se extiende, una última y sentenciadora mirada,
La pérdida hace presencia y se queda.
¿Y dónde queda lo nuestro? Faltó respondernos.




 

Fallé al pensar que alguna vez fuiste mío
Y aún más cuando creí haberte perdido
Que sentido de pertenencia tan absurdo
Creer que era tu dueña y tú mi único destino.
Me topé fuerte con la realidad
Como una idiota que choca contra un vidrio
Mi ilusión se rompió en mil pedazos de cristal
Y ahora lloro en vano mi desatino.
Si al menos hubieses dicho que eras ajeno
Me habría hecho a la idea de que eras prohibido
No habría soñado con esperarte
Habría puesto distancia y levantado una muralla
Para nunca coincidir en tu camino.
La historia habría sido distinta
La realidad no me habría sorprendido
Estaría sonriéndole al espejo mirando mi reflejo
Sin una grieta y con las mejillas secas.
Pero es obvio que ésta es otra fantasía
Como en las que imagino que eres tú mi compañía
Que se deshacen al saber que no eres para mí
Y que aunque no te perdí, no estás aquí.
Y mira que tarde comprendí la lección
Respirar tu ausencia no me bastó
Tuve que tropezar más de una vez con el mismo error
Para aceptar que nuestro amor no caducó
Sino que simplemente no existió.



 















Hace algunas semanas cuando al menos podía sonreír sin fingir,
Antes de que tuviese que aceptar que definitivamente te perdí,
Cuando podía caminar sabiendo a dónde ir,
Cuando no tenía que actuar para parecerle menos extraña a los demás
No imaginaba que tiempo después estaría curando mi soledad.
Hace algunas semanas me fijé que la herida de tu ausencia no cerraba,
Que no cicatrizaba por más puntos que le daba
Y ahí fue cuando caí en cuenta de que:
En la esquina había un recuerdo preguntándome por ti,
En el cielo nuestra estrella nunca se iba a dormir,
Mi cama me rogaba que te hiciera venir
Nuestro aniversario se tachó del calendario
Tu foto se negaba a desprenderse del armario
Y la casa aun estaba impregnada a ti.
Me sentí asfixiada y decidí salir
Pero las calles y avenidas no te habían olvidado
Un letrero escribió tu nombre, una valla dibujó tu imagen
El viento trajo tu aroma, un radio emitió tu voz
Una memoria se instaló en mi mente como si estuvieses presente, y dije: -…
¡No! No se puede devolver el tiempo, no marchan en contra las agujas del reloj.
Tuve que huir y marcar distancia
Dejar de aferrarme a todo aquello que marcaba mi alma.
Hace algunas semanas me mudé a esta ciudad
La gente me pregunta que cómo me va
Y yo como supongo que no debería decir que es un desastre
Que no me gusta su comida ni su paisaje
Que aún no me acostumbro a sus horarios ni a su lenguaje
Que me dan lo mismo sus leyes que sus habitantes
Que a todo le falta color y que nada vale ya sin ti,
Miento y digo que estoy bien, y que me agrada estar aquí.






 












Uno, se vanagloriaba de nunca haber perdido un partido,
Aspiró la última bocanada de su cigarrillo y la exhaló sin disimulo,
Burlándose de su contrincante porque lo veía vencido.
El otro se mantuvo firme cuando el humo rozó su rostro,
Permaneció sereno sin mostrar desagrado o enojo,
Nadie alcanzaba a adivinar lo que escondían sus ojos.
Se dio comienzo al juego,
Ya estaban las piezas predispuestas y los oponentes tomaron asiento,
Una moneda al aire decidiría quien de los dos sería el primero.
Inició la partida y ninguno despegó los ojos del tablero,
Minuto a minuto la tensión aumentaba
Mientras el tablero se vaciaba.
La última pieza declaró quien ganaba,
Un rostro sonriente y una cabeza gacha
Dejaban por sentado quien perdía y quien tenía la ventaja.
Y todos alabaron al triunfador,
Y al otro le palmearon la espalda como gesto de consolación.
Los jugadores se acercaron y mantuvieron una breve conversación:
- No lo entiendo, tenia la jugada perfecta.
- Tal vez no moviste las piezas correctas.
- No recuerdo haber equivocado alguna posición, debe de haber un error.
- En eso sí tienes razón, sólo que no fui yo quien lo cometió.
El ganador palmeó a su adversario en el hombro y se alejó,
No sin antes despedirse “hasta la próxima ocasión”.
El perdedor cerró el puño, la ira lo sacudió
Pero tenía que aceptarlo: le habían dado una lección.




El mundo ya tiene demasiadas imitaciones. Defienda la originalidad. Con la tecnología de Blogger.