Después de Ti

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¿Y después de ti, qué queda?
La caricia de tu risa, el suspiro de tu voz, encontrarme en tus pupilas, navegar sobre tu piel, palpitar entre tus brazos, curarme con tu calidez; son cosas que ya no tendré.
Me canso de escuchar esas frases trilladas que la gente suele tener guardadas para cada ocasión y que a mi parecer no sirven para nada, o bueno sí, ayudan a quienes las profieren porque las hace sentirse útiles al pronunciarlas. Aunque yo preferiría que callaran, sus palabras hacen eco en mi cabeza y su significado, si es que lo tienen, se extravía junto con la supuesta gota de consolación que llevan.
Por más que intento darle tiempo al tiempo, de creer en aquello de que un día de estos te olvido (como dicen ellos), pasan las horas, el reloj sigue indiferente su marcha y a mí me queda engañarme con que “el olvido” se está retrasando mucho para no pensar en que en realidad no llegará a borrarte nunca.
¿Y después de ti, qué queda? Ah sí, recuerdos. ¡Como si pudiera hacer algo con ellos!
Me aferro a esos instantes y los revivo tanto que ya casi se gastan en mi memoria su imagen. Ya no encuentro la noción del ahora, el ayer y el hoy se confunden y tropiezan continuamente en mis pensamientos y lo único que identifico en mi presente es ese flashback repentino que me tortura cada vez que quiere, regresándome a momentos viejos que ya no volverán a ser y que me hacen perderme en las estupideces que antes mencioné.
Y trato de ocupar mi mente con otras cosas, de que cobre sentido el montón de palabrerías que escucho, de sacar lo bueno de esto, de hallar la bendita razón por la que ocurrió todo, de obviar o de al menos responder la ingrata pregunta que en mi interior resuena:
¿Y después de ti, qué queda?
Poner la cabeza en alto, colocarme apósitos en las heridas, seguir adelante, echar a un lado lo que fue, aprender la lección, obtener madurez y alegrarme de lo bueno de una bonita historia que prometía ser un cuento y no tuvo un final épico.
¡Tonterías! ¡Al carrizo los recuerdos, al carrizo todo, al carrizo todos, al carrizo tú! Que me quede la soledad y que solo quede yo. Aunque sé perfectamente que si tú no estás aquí, nada queda después de ti.




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