Reminiscencias de Ti

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Obra de David Walker

Guardo sus ojos como un pase privilegiado al paraíso, su forma de mirarme como la respuesta a cada una de las incógnitas del Universo, esas pupilas en las que todo tomaba forma y entre las que yo encontraba dos de los siete cielos. ¿Quién fuera nube para perderse en ellos?
Guardo su boca como antídoto contra el veneno, sus labios suaves como la retribución del karma por todo lo bueno que hice o lo malo que dejé de hacer, su aliento como elixir divino que oxigenaba mis días muertos. ¿Quién fuera aire para transformarse a cada segundo con un soplo de su ser?
Guardo sus palabras como mantra salvavidas, la voz con la que las pronuncia que ajusta y entona las manecillas de mi reloj vital, la perfección con que sabía acentuarme la felicidad y hacer átono cada asomo de tristeza. ¿Quién fuera vocal para reafirmarse con su fuerza?
Guardo su sonrisa lenta, su carcajada precisa, el carácter de su nariz aguileña, la firmeza de su gruesa barbilla, su determinación de oídos sordos, su escucha atenta a mis quejas, el consuelo de su tacto, su querer a manos llenas. Sus manos...
Guardo sus manos y lo que hacía con ellas. La artesanía con la que aprendió a tallarme, el temple con el que supo domarme veranos y espantarme inviernos, los sueños construidos por sus dedos, cómo sus yemas acallaban mis dolores y sus puños se enfrentaban a mis miedos, las memorias impresas por sus huellas dactilares, la forma en que me guiaba en un mundo en el que la mayoría va a tientas, mi asidero cuando me empeñaba en caminar por la cuerda floja, su agilidad siempre alerta ante mi ausencia de equilibrio, sus palmas abiertas las 24 horas al concilio para darle tregua a mis martirios.
¿Guardará también mis manos...? No importa. De todas formas, las suyas, esas que un día se creyeron o creí mías, ya deben haber encontrado otra dueña, quizá igual de temporal a lo que lo fui yo o tal vez, más eterna. ¿Y quién fuera? No lo sé y repito: no me importa; aunque a veces me encuentre al desnudo y me invada una sensación de abandono al saber que a otra visten.
Pero nube que se pierde en sus cielos al mirarle, brisa transformada con sus suspiros, vocal con felicidad acentuada y guardiana de esas sus manos talladoras, yo y ninguna. No por presunción ni egoísmo, sino por la completa certeza de que otra con sus ojos no podrá verlo ni percibirlo del mismo modo que lo hacen los míos.
Cual vestigios latentes de lo vivido me quedan un par de boletos al edén descontinuados, un frasco de extracto de besos curatodo vencido y dos fonemas inconexos e incompletos con los que a duras penas se puede formar un saludo.
Por eso, en la distancia, levanto mi brazo al verle; me corresponde con su sonrisa lenta mientras muestra una de sus palmas siempre abiertas a la tregua y al concilio. No sé cómo, pero una brizna de felicidad acentuada me asalta por sorpresa haciéndome distender los labios y entonces, aunque en voz alta no lo admito, lo bendigo a él y a todo lo que de él guardo, a sus manos y lo que hicieron conmigo.






6 comentarios:

  1. Fritzy, que hermoso, y que humano. Me llenó de una sensual melancolía, llena de cosas que no se han dicho, que ya no importan (¡Pero como importan!)
    Lo leí, lento y pausado, no porque me costará la lectura sino porque me invitó a disfrutarlo como a una lenta melodía, con los ojos cerrados, y la vista perdida en el futuro... siempre pensando en el pasado.
    Hermoso Fritzy, y como siempre, mis toscas palabras no alcanzan para describir lo que este texto me hizo sentir... ¡Mil gracias!

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    1. Muchísimas gracias, Franco, por describirlo así y por paladearte el escrito de forma tan bonita.. ¡Un abrazo enorme!! ;)

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  2. ¡Qué maravilla, Fritzy! Muchas gracias por regalarnos con esa poesía que sale del alma. Palabras escogidas, como siempre por su pluma (o mejor por su teclado, je, je), para hacernos vibrar. Y vaya si lo consigue. Me ha encantado sobre todo el último párrafo, con ese saludo en la distancia que lo dice todo. Que cosas tan bellas se pueden hacer con el lenguaje. Enhorabuena
    Abrazo enorme

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    1. Me halagan sus palabras. Por increíble que suene (y a pesar de haberlo escrito yo), le confieso que este texto no me gustaba; pero cómo ayudan sus comentarios a cambiar de parecer.. ¡Mil gracias, Isidoro!! ¡Un abrazo enorme también para usted! ;)

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  3. ¿No te gusta el texto? Demasiado autoexigente ;) es de esos que se escriben como una madeja de lana que empieza a desenredarse (siempre por nuestro bien) para ver cuánto llevamos dentro y qué bonito es todo si somos capaces de ponerle la tilde al agradecimiento y no al resentimiento, y al mismo tiempo sabemos (sabes) dejar un segundo sabor: el de la nostalgia. Besos, y espero que regales muchos más de éstos. O de los que quieras, jeje.

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    1. Jajaj, tal vez un poco autoexigente.. A regalar más de éstos no me comprometo, pero con la otra opción sí la tengo más fácil (aunque ésta temporada estaré un tanto ausente).. De cualquier modo, gracias enormes por quererlos de obsequio :D ¡Besos y un abrazo inmenso!! ;)

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