Irrepetibles

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2 Comentarios

En el momento justo en que el cariño se nos empezó a extinguir, supimos que llegaríamos tarde a lo que de él quedase. Tus pies dibujaron un sendero de distancia que yo no recorrí y tú no deshiciste. No quise seguirte. 
Mis ojos edificaron un muro de olvido que tú no irrumpiste y yo no derribé. Ninguno tenía intención de volver. 
Nos alcanzó el aliento de la despedida: el mío a ti como una brisa efímera, el tuyo a mí como un susurro calmo. “No mires atrás”, entonamos juntos al viento: yo, acariciando tu voz entre mi cuello; tú, quizá intentando atrapar la mía entre tus labios. 
Las manos nos quedaron pequeñas para abarcar la ausencia, puede que por ello apenas nos obsequiáramos el gesto final acostumbrado. 
El adiós llegó, no cabe duda... mas se instaló gritándonos fuerte y claro que aún haciéndonos cualquiera fácil el quererle, difícilmente alcanzaría a reemplazarnos. 






2 comentarios:

  1. Ese párrafo primero es impagable, Fritzy… “Tus pies dibujaron un sendero de distancia que yo no recorrí y tú no deshiciste” Cómo me gusta el tratamiento que das a las palabras… Es decir, el que a ti se te antoja. Sí, historia de despedida, pero que tiene su reencuentro en las palabras, con las que tú dibujas en nuestra mente. Y me gusta esa imagen del principio, por cierto. Como siempre, un placer leerte, amiga. Un fuerte abrazo

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    1. ¡Muchísimas gracias, Isidoro! Para mí es siempre un placer que me leas. La imagen me la encontré por ahí un día de ocio en Google y me pareció que ayudaba a retratar eso que dices de una "historia de despedida con reencuentro en las palabras". A saberse cuántas veces volverán a contarla en otras páginas...
      ¡Un abrazote!! ;)

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