La Divinidad de lo Mundano

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7 Comentarios
Shoulder Hill Valley - Carl Warner

Encender la bombilla justo cuando afuera es noche y el calor de otros soles le recuerda a nuestros cuerpos su origen terrenal. El cielo se avergüenza entonces, asomado tras la ventana, por hacerle sombra al desvelo y quedar relegado en segundo plano. Se arrepiente de haber retenido a Morfeo estando siempre sueltos y despiertos el ocio y el deseo. Es cuando ordena llenar la luna o sacarle brillo a una constelación de estrellas. No miramos ninguna, estamos también llenos y brillantes. Rebosantes. El suelo nos acoge cálido, la bombilla deja de alumbrar opacada por otros destellos más vivos. La oscuridad ahora es completa y no se distingue el espacio ni las alturas, que entre susurros se confiesan sus pesares: es que ya nadie cede al chantaje de las cosas celestiales.






7 comentarios:

  1. En esta ocasión te has vuelto lírica Fritzy, y muy luminosa y brillante, en las formas y en el modo. No se puede describir mejor el abrazo, el deseo, con la luz apagada o encendida ¡Qué más da! Los soles internos se encargan del resto.

    Me encanta lo versátil que eres compañera, los diversos registros que tienes, y en todos sobresales, es un gusto leerte Fritzy. Abrazo grande.

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    1. Cierto lo de los soles internos, espero que el astro rey no se resienta también con nosotros por ello, jaja. ¡Muchísimas gracias por tus palabras, Tara!! Más bien es un gusto para mí que me leas con tanto agrado y me estimes en esa medida.
      ¡Un abrazote! ;)

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  3. Seguro que el sol no toma venganza, y sí que hay gente que cedemos!

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    1. Aunque nos chantajeen, ¿verdad? Qué se le va a hacer... Es un alivio que el sol no se vengue :) ¡Mil gracias, Javier! ;)

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  4. Vaya, vaya, Fritzy... Te veo aquí en un poso romántico. y es que, ¡Ay, el momento! Ese en el que el tiempo se detiene. Y es que, cuando el cielo está dentro, para que nos vamos a preocupar de lo de ahí afuera.
    Texto cortito, pero intenso y es que... el tamaña no importa.
    Un placer, amiga, como siempre
    Abrazos

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    1. Cierto, que no importe lo de afuera por una vez. Hay que descansar de llevar el cielo a cuestas... bien lo saben los que se acuestan en él, jaja.
      Yo también creía lo mismo del tamaño (ya sé que suena a descaro) hasta que en estos días me leí un texto de Stephen King que en dos minutos me derrumbó un par de "verdades" y hablaba precisamente de que "el tamaño nos derrota". Pero para qué ponernos metafísicos con un micro. ¡Muchas gracias, Isidoro! ¡Abrazotes! ;)

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