Punto de Partida

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Fotografía de Martín De Pasquale

—Tienes los pies llenos de cemento. Fíjate, están atascados en el suelo. Los tobillos enterrados en el piso...
— ¿Cómo?
—Mira a tu alrededor, todo objeto en esta sala se mueve más que tú. Y según gozas de mayor libertad. Observa la mesa, los rayones bajo sus patas... a veces rueda por inercia. ¿Y la silla? Nunca se queda en un solo sitio. ¡Y tú te estancas!
—Pero ¿qué dices? Yo cami...
—En un mismo punto. ¡Bah! Nunca he visto un círculo con un radio de acción tan reducido. Inexistente, en tu caso. ¡¿Será posible?!
— ¿No estás confundiendo conceptos?
— ¿Siempre eres así de cuadrado?
—No se me dan las figuras... Pero, volviendo al tema, yo...
—Sí, sí, sí, tienes pies, ya sé. Y sin embargo, ¿a dónde te han llevado? ¿Qué tan lejos has ido? Los pingüinos que andan con las patas tan juntas al menos llegan a destino.
— ¡No pue...!
—Oh, sí, sí puedo. Para muestra: ¿cuántos pasos has dado desde que entraste a esta habitación?
— ¿Cuántos pasos? ¿Qué sé...? La verdad no los...
— ¿Los? ¡Uno! ¡Solo uno! Y yo diría que el mismo.
— ¿Cómo puedo dar siempre el mismo paso?
— Te repites, ¿no lo ves? “Paso uno: caminar”. No hay más.
—Pero ¡si dices que no camino!
— Sí.
— ¡Que me quedo estancado en el mismo punto!
—Sí.
— ¡Que no me he movido ni llegado a sitio alguno!
—Sí. Ahora suenas convencido. Es un avance.
— ¿Convencido? ¡Si solo te remedo!
—Falsa alarma. Un paso atrás...
—Perdón, te aludo.
—La imitación es la confirmación de algo aprendido.
—No te imito. ¿Avance dices?
—Por lo visto, tampoco aprendes. A propósito, te repites...
—Pero ¿avanzo?
— ¿Cuántos pasos has dado?
—Ninguno.
—Te respondes por tu cuenta.
—A lo mejor no deseo llegar a lugar alguno.
—Plantado de raíz...
—A lo mejor solo quiero... estar... tranquilo.
—Dirás que solo quieres “estar”. Quedarse quieto no es lo equivalente a tener paz.
— ¿Estar? Sí. ¿Qué no es lo mismo que hace cada objeto aquí?
—La mesa y la silla tienen un carácter funcional...
— ¡Calcuta!
— ¿Qué?
—“Vivir para servir”, ¿no es así? ¿Y qué hay de la otra parte que te-reza: “no se puede servir sin que te usen”?
—Depende, ¿temes ser usado o ser útil?
—Temo ser.
—Le temes a tu existencia pero quieres estar, ¡qué contrariedad!
— ¿Por imprevista o discordante?
—Por ambas quizá. Y al cabo, sigues en el mismo punto.
—El punto lo es todo: el final, el principio...
— ¿Y qué de lo que hay en medio?
—Dime tú, aún no amplío el radio de acción de mi círculo.
—Vuelves a sonar convencido.
—Solo te remedo.
—Imitación, de nuevo.
—No soy el único que se repite. Mira a tu alrededor. Después de todo, además de la mesa y la silla, hay un espejo en la habitación.







6 comentarios:

  1. Me encanta! Parecía una lección de vida de esas de autoayuda pero mucho mejores (por lo literario) hasta que al final me ha dejado desconcertado con ese espejo. ¿Somos todos iguales? ¿Hablaba consigo mismo? No hace falta que contestes, jeje. Besos!

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    1. Jaja, dado a que las preguntas parecen sobrarle los signos de interrogación, te haré caso. Gracias por poner el texto más allá de la "autoayuda", me enerva la palabrita y casi me asusto cuando la leí, pero me ha encantado aquello de lección de vida. ¡Muchísimas gracias, Javier!! ¡Besotes! ;)

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  2. Ser y estar... Un dilema que va más allá de una cuestión lingüística. Yo pienso que prefiero ser, pero a veces no me muevo de mi propio punto intermedio entre dos caminos y... como la distancia es equidistante, pues para qué ir, ja, ja.
    Diálogo rápido y mordaz que nos lleva, como el que no quiere la cosa, a encontrarnos con nosotros mismos. Fiel reflejo de la realidad. Y, por supuesto, genialmente escrito. Yo que él, haría bien en quitarme de delante del espejo, siempre dice la verdad.
    Un fuerte abrazo, Fritzy

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    1. Mientras no te usen de punto de referencia si te quedas ahí... Jajaja.
      Ser y estar... un dilema al que el ser humano le da largas y vueltas no más que para no aburrirse. Sinceramente creo que ambas palabras, de no entenderlas por separado, serían casi indivisibles porque siempre "estamos siendo", ni estamos sin ser ni somos sin estar. Pero es que al ser humano le gusta fastidiarse dentro y fuera de la literalidad.
      Y en cuanto al espejo y la verdad... pienso que el uno solo muestra a la otra y cada quien, al interpretar su reflejo (a veces distorsionado), elige qué contar.
      ¡Gracias a montones, Isidoro!! ¡Un abrazote! ;)

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  3. ¿Qué tal Fritzy?
    ¡Vaya! yo veo o leo dos variantes : si es una conversación entre dos, leo reproches de uno que le dice al otro como debe caminar, moverse, dar los pasos...y en el oponente la pasividad.
    Si es un soliloquio veo dudas, preguntas, cuestionamientos y un puntito de flagelación... y es que los seres humanos somos así de complicados ¿a qué sí Fritzy?
    Sea como sea nos sometes a una reflexión en su doble acepción.
    Un abrazo compañera, nos seguimos leyendo.

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    1. Hola, Tara. ¡Muchas gracias!! Me gustan tus dos variantes, ambas igual de válidas; es que si somos tan complicados, por qué íbamos a quedarnos solo con una ¿no es así?
      Me alegra que el texto dé para reflexionar. ¡Un abrazote! ;)

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