El Ilusionista

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Él como buen mago supo manipular sus instrumentos.
De su bastón emergió una flor que la embriagó con su aroma
El pañuelo con el que secó sus lágrimas se convirtió en un ave que la hipnotizó con su vuelo
Y así, ella cayó rendida a sus deseos.
Más tarde, ella se daría cuenta de que el roce de la rosa sería suave siempre y cuando no tocara sus espinas
Y que la paloma blanca transmitiría esperanza siempre y cuando sus alas estuviesen desplegadas.
Porque una vez que esa rosa la hiera y que esa paloma de elevarse se prive
Cuando ella despierte de su ensueño y el mago haya desaparecido
Ambas cosas vuelven a ser lo mismo
Un bastón sin gracia, un pañuelo inservible
Y esta vez no sólo tendría que limpiar sus lágrimas sino también la herida que sangra.
A la larga, ella asumiría que aquél siempre tuvo un as bajo la manga
Y que justo en el momento cuando él acarició su oreja para hacer aparecer una moneda, quiso seguirle el juego
Y a sabiendas de que su magia sólo era un truco, decidió correr el riesgo.

"Si quieres encontrar magia en un beso no la busques en los labios incorrectos"...





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