El Sabor de las Despedidas

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Llovía, las gotas de agua humedecían sus mejillas
Pero a pesar de eso ella sonreía.
Él saboreó sus lágrimas mientras la besaba y supo que fingía
¡Qué saladas son las despedidas!

Brisaba, el viento a su manera me peinaba el cabello
Él no reparaba en eso, su semblante permanecía tieso
Había en su mirada un aire de reproche
Un nudo en la garganta me impidió el habla
Abordé el tren, le dejé en el andén
Tampoco articuló palabras.
Las despedidas son agrias.

Nevaba, iluminaba su rostro una bombilla cercana
Fui a su encuentro con los brazos abiertos
Pero ya había otro a su lado abrazándola.
Las despedidas son amargas.

Oscurecía, compartíamos un helado de torta suiza
Mezclamos el postre con nuestros labios
Y al separarnos, el miedo cruzó nuestros ojos
Sentimos el impacto, nos desplomamos.
Las despedidas son dulces, al menos
Ése fue el último sabor que probamos.

Vosotros estáis equivocados:
No hay azúcar que pueda endulzarlas
No hay sal que pueda salarlas
No son ni agrias ni amargas.
Saben a ausencia, a distancia
Y ése, os digo, es el sabor de la nada.



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