Deseo

/
8 Comentarios

Ella me espera desnuda con las piernas abiertas. Cual brazos levantados en actitud de acogida sus muslos me dan la bienvenida a su sexo. No dudo en aceptar tal recibimiento y me aproximo jubiloso sin perder de vista esos colorados pliegues que se me ofrecen como una cascada de carne blanda y fibrosa de la que bebería hasta la última gota.
Ella permanece expectante, ansiosa, pugna por no mostrarse inquieta, pero su interior se contrae delatándole. Y a mí, único y privilegiado espectador de tan espléndida función, se me tensa la garganta, se me hace agua la boca, se me hinchan las venas, la mente presurosa manda estímulos al cuerpo y este, como soldado en posición de "firme", se planta y obedece.
Hay silencio en el aire que aplaca el murmullo de nuestras respiraciones. Hay calor en la estancia que absorbe el vapor que emanan nuestras pieles. Mis dedos se deslizan con cuidado y la exploran con detenimiento, palpan su consistencia, captan sus sutilezas.
Ella se estremece y se tensa. Preparada acepta mi tacto y me recibe dócilmente cuando me introduzco. Escucho un pequeño gemido:
– ¿Duele? –pregunto.
–Solo un poco –contesta.
Hago una pausa para que se aclimate, dándole tiempo a que se acostumbre a la presión que ejerzo en su interior.
– ¿Y ahora? –Cuestiono mientras entro de nuevo en movimiento.
–Mejora. –Sonrío ante su respuesta y sigo con lo mío.
– ¿Doctor? –La sola mención de la palabra resquebraja mi fantasía–. No se lo tome a mal, pero tiene usted muy buena mano.
Yo sonrío otra vez, pero me hago el desentendido al tiempo que pienso: ¡Y eso que no la ha probado fuera del consultorio!
Intento volver a la fantasía de antes, pero continúo con la revisión de rutina sin que la realidad se me escape. Es una pena que ella sea mi paciente y yo solo el médico ginecólogo a quien le pesa el título cada vez que hace cita con la dueña de esa cascada carnosa, a la que ansía recorrerle el cauce de otra forma. Suspiro resignado y...
–Doctor, ¿puedo hacerle otra pregunta?
–Claro.
– ¿Mentiría si le pregunto si tiene novia?
Me animo a responderle e inconscientemente surge una interrogante en mis pensamientos: ¿cuánto tarda en cumplirse un deseo?


Aldo Simetra



Relacionado con: Fuego


8 comentarios:

  1. ¡Buenísimo! Conociendo tu sentido del humor agradezco que no hayas colocado de imagen una mujer en la misma posición que adelantaba el relato. No más avísame cuando tengamos que poner un aviso de contenido para adultos en el blog...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jajaja, fíjate que lo pensé... Pero qué rayos! La próxima la coloco, tú por allí subiste una imagen de un tipo desnudo y yo no dije ni pío.

      Eliminar
  2. No lo pongáis (el aviso de contenido) porque entonces no os puedo leer desde el móvil, jeje, buenísimo el relato dividido en dos por la palabra doctor: al norte la fantasía, al sur, la realidad. Sólo se tratará de seguir cruzando fronteras.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jaja, pues no lo pondremos. Ella igual debe estar bromeando, ni siquiera se hace a la idea de poner esa clase de restricciones. Pues sí, mientras no sea necesario pasaporte yo seguiré siendo visitante asiduo de ambos mundos.

      Eliminar
  3. Muy bueno. La pregunta es se estaría ella imaginando lo mismo?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Quién lo sabría, Ratch? Pero en virtud de hacer realidad la fantasía, esperemos que sí.
      Te agradezco el pasarte por aquí. Saludos desde por acá ;)

      Eliminar
  4. Muy buena ambientación y descripción: logras sumergirnos en la escena, para luego sacarnos de golpe cuando se menciona la palabra ''Donctor'', como le sucede al protagonista.
    Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Te agradezco mucho la lectura y el comentario, Ricardo. Bienvenido al Trébol!
      Saludos desde por acá.

      Eliminar

¡Coméntenos! Claro que mordemos, pero desde aquí no podemos hacerlo.

El mundo ya tiene demasiadas imitaciones. Defienda la originalidad. Con la tecnología de Blogger.