Expectativas...

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2 Comentarios
The erotic void – Adam Martinakis

“Como esperaba, no terminó bien mi tentativa de aproximarme a tus labios con sigilo. Siempre, cuando se trata de ti o contigo de por medio, la más nimia prevención muda a torpeza, el borde traicionero de mis pupilas pone en evidencia mis intenciones más perversas, y tú presagias con estremecedora certeza mis movidas, de antemano condicionadas por tu cercanía.
Tampoco acabó como planeaba mi excusa disimulada para mantenerme a resguardo de tus suspicaces pestañas, a millares de olas lejos del deseo, justo en la orilla contraria a los contornos de tus dedos... se nos desborda el mar y no sabemos.
De más está decir que no valió de nada el fingirme molesta por eso que inventé que hiciste y tú, obvio, no recuerdas; ni ponerme malhumorada y violenta solo para que no cruzaras esa línea después de la cual se me descarrilan los sentidos... las emociones... sin ápice de vergüenza. ¿Qué culpa tendrían ellas?
Lo cierto es que, irreverente como eres, precipitaste el caos de mil maneras hasta hacerme olvidar quién entre nos fungió de causa y cuál de efecto. Traspasaste la franja amarilla en el instante mismo en el que el tren iba sin frenos y...” 
–Tuvieron que venir tus besos a arrumbar hacia mi boca...
– ¿Y vestirla a la moda parisina?
–Uhm, ¡qué exquisita!
– ¿Mi boca o Paris?
–...
–Y el oleaje de las palmas de tus manos a...
– ¿Mojar las arenas de tus costados?
– ¡Cuidado con la marea! Hay nadadores cerca...
– ¡Ni que lo digas! ¿Me prestas esa revista?
Ella cede entre recelosa y curiosa, y no puede más que contener la risa y ajustarse los lentes de sol sobre los ojos tras observar el nuevo uso que le han dado a su ejemplar de Vogue. Él, tumbado en una silla de playa bajo una sombrilla que a duras penas alivia los treinta tantos grados de temperatura (no solo del clima), posa el magazine abierto en equis página sobre un lugar específico por debajo de su vientre. La mira sabiéndola culpable y, aun divertido, resopla. Ya se había imaginado que su forzada y apresurada intentona por separarse de su cuerpo, quedando tanto asunto pendiente de por medio, no empezaría bien: cuando se trataba de ella siempre llevaba las de perder.







2 comentarios:

  1. Qué buena esta narración utilizando las tres personas. Al principio pensaba que, el ambiente playero era una forma de metáfora, pero luego descubrí que era literal, je, je. Tienes una forma de narrar, tanto en poesía como en prosa (en tu caso no se alejan mucho) que admiro. Te mueves entre las olas del lenguaje (si se me permite la misma similitud) con la agilidad de un surfista experto. Me ha gustado la escena y me ha resultado simpática. Y oye, cómo me ha gustado eso de “vestir tu boca a la moda parisina”, ja, ja. Qué sutil y exquisita metáfora, tal como su boca… o la moda parisina.

    Un placer leerte siempre, Fritzy. Un fuerte abrazo

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    1. ¡Muchísimas gracias, Isidoro!! Las metáforas no tienen dueño, así que claro que se te permite la similitud y si no, ¡qué caray!, ya la has usado, jaja. Me alegra que se ganaran tu simpatía la escena y la frasecilla. Creo que al final del comentario estuviste a punto de sacar del apuro al personaje al responder por él la interrogante, pero luego como que preferiste salvarte a ti de uno y dejarlo resolver el dilema por su cuenta...
      Siempre es un placer que me leas :) ¡Un abrazote!! ;)

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