Deshojando Margaritas

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Me quiere, no me quiere, vas repitiendo lentamente mientras despojas uno por uno los pétalos de la margarita, esperando que el último de ellos te dé la respuesta afirmativa que tanto anhelas. Una y otra vez le colocas nombre a los pétalos y a cada segundo cambia intencionalmente tu estado de ánimo: me quiere, te contentas; no me quiere, te inquietas.
Lo irónico es que dudarás del mensaje sin importar la respuesta que obtengas: si te quiere desconfías y si no, no lo crees. Y ni hablar si se te ocurre aplicarlo a la inversa, aunque el tener que recurrir a ese medio para saber lo que sientes es lamentable, sinceramente.
De leer estas líneas, muchos recordarían cuando jugaban a deshojar margaritas y la verdad espero que haya quedado en su infancia este tonto juego. Sin embargo, no se equidista tanto de nuestro actual comportamiento al iniciar una relación, en la que todo lo cuestionamos y nos llenamos de inseguridades en lugar de darle tiempo a las cosas para que sucedan.
En conclusión, me parece estúpido dejarle a una flor la decisión de un sentimiento y a raíz de eso permitir aflorar una ilusión, al fin y al cabo, lo que es real se siente y no necesitas que nada ni nadie te lo diga sino que esa persona en particular te lo demuestre.



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