A mis pies...

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“Here’s a night cap for you, dear” by Danny Galieote

No sé qué me pasó. Juro que no suelo ser así de impulsiva. Simplemente me descontrolé y mira que sí, que sí me tomo las pastillas. Es que no soporté oír tu nombre en su boca... añorándote, describiéndote como su amor soñado y paladeándote despacio con solo pronunciarte. Me trajo el horrible recuerdo de esa vez en que me los conseguí en plan “solo amigos” en el centro comercial y, espiándolos desde el lateral de una vitrina, nos hicieron testigos a un maniquí y a mí de quién hacía sonar más rápido y más fuerte la campanilla del otro con la punta de la lengua. Todavía me chirrían los oídos. No pude consentir que luego me besaras sin antes hacerte cepillar los dientes.
Sé que las letras de tu nombre no me pertenecen para custodiarlas con tanto celo, pero oírte en su voz chillona (¡que ni sé có-mo so-por-tas!) me hizo sentir rabia de todo lo que pudiese haber compartido contigo y me acentuó el egoísmo de no quererte ni en otros labios ni en otras pieles.
En serio que no lo pensé. De haberlo hecho habría salido mejor: ella, más magullada y torturada en cuerpo y alma, peor para la foto; y yo, libre de toda culpa y en verdad satisfecha. 
No tenía claro el pensamiento, lo confieso, cuando me abalancé hacia ella dispuesta a voltearle las entrañas. De pronto me cansé de dejarla calva y me di cuenta de que, pese a los rasguños y otras insignificantes (te lo juro) heridas, mis uñas no eran tan afiladas ni mis manos tan hirientes. Y ve que te lo he dicho siempre: “no-me-de-jes-las-bo-te-llas-de-cer-ve-za-va-cí-as-so-bre-la-me-sa, cielo”. Pero qué pena que te perdieses cómo ella veía con una el infierno. O quizás no, tal vez no lo habrías disfrutado tanto como yo. 
Ni te imaginas la impotencia que me dio no haberle desfigurado la cara tan bonita, tan tersa, tan delicada, tan tan... para que no te volvieran a dar ganas ni de acercártele. Me indigné tanto que sin querer le terminé clavando la botella rota en el cuello, ¡qué mala puntería tengo!
Lo de batuquearla contra la pared y pretender que su cabeza era un martillo no se me ocurrió a mí, te lo juro. Ella me enseñó el truco intentándolo conmigo y yo... ¿qué más remedio? Se lo aprendí. Aunque creo que eso no fue lo definitivo, sino lo de después. Perdió el equilibrio y dio de bruces contra la mesa de cristal. Por cierto, te tocará comprarme una nueva, porque la vaca aquella con su peso me la hizo añicos en segundos y no volvió a levantarse del suelo; la mesa, claro, no ella, ¿a quién le importa ella? Para vengarme quise también hacerla añicos, pero me frustró el deseo... Se desmayó. ¡Se desmayó la insulsa aquella! Todavía no despierta. Tienes que ver cómo hemos quedado... la casa y yo, por supuesto. Somos un completo desastre. Hay un olor a óxido inaguantable.
Y ella, bueno, ¡¿a quién le importa?! No despierta, debe ser de reacción lenta. Solo así concibo que no entendiera que andabas conmigo ¿o fue que no se lo explicaste, cariño? Con lo bien que se te dan los dibujitos... ¡Aunque con no examinarle la garganta...! Espero no notes que te falta un cuchillo.
Ahora que lo pienso... Ahora, ¡ja...! Ahora que lo pienso eres tú quien debería estar dormido a mis pies y no ella. Ella no, qué pena, ella no. ¡Dónde te consiga en otro centro comercial...! Mejor, mejor... ¡Arrrg!  Me calmo. ¡Las pastiiiillaas...! ¡¿Dónde carrizo están las ben-diii-tas pas-tiii-llas?! ¡Jaa-ja! Deberías estar durmiendo a mis pies... Es que cuando se me mete una cosa en la cabeza... 
Camisa y pantalón fuera, odio llevar rastros de aquella encima. Espero no tener que mandarte a cepillar los dientes otra vez y otra vez y otra.
Mensajito con foto incluida solo para ti: “Amor, dónde estás? La ropa me pica y ardo porque sean tus dedos los que me vistan”. Enviado. 
No tardarás en llegar, ¿verdad que no? Lo sé porque llevamos puesto tu conjunto favorito. 
Debes ser tú quien duerma a mis pies, tú. 
Tengo que limpiar este reguero y llevar a esta mujer a otro sitio porque, te lo juro, mientras yo viva, cielo, ni a la tumba irán juntos.






5 comentarios:

  1. jajajaja!!!!!!!!!!! Fritzy... te pudieron los celos!
    Muy divertido el tono exagerao de los exageraos que yo creo que la has matado a la rival.
    Vuelvo a decirte que le das a todos los registros con soltura y con maestría, con el tono adecuado y preciso para cada uno, lo mismo un sensible poema que una pasada de tuerca como la de ahora.
    Lo siento por la chica apaleada, goleada, pateada y demás... adas.
    ¡Bravo Fritzy!¡A tus pies!

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    1. ¿Lo sientes por la chica? ¡¿Por ella?! ¿A quién le importa ella? Jajajaj, siempre me pueden; pero no me confundas con el personaje, a quien ciertamente le sobran las tuercas sueltas.
      Por si acaso, y mientras nadie demuestre lo contrario, me declaro inocente y en pleno uso de mis facultades mentales.
      ¡Muchísimas gracias, Tara! ¡Un abrazote! ;)

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  2. Tranquila que no te confundo (sonrío), tú tienes las tuercas en su sitio, hay que tenerlas para escribir como escribes.

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  3. Ayyy qué miedo de mujer, me gustaría saber qué contesta el interlocutor aunque seguro se quedó sin palabras!!

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    1. Jajaja, ciertamente o ni lo dejaron hablar... No temas de la mujer, es un ángel (siempre que esté bajo supervisión médica... o policial).
      ¡Abrazotes! ;)

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