Mares Minúsculos

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3 Comentarios


Somos grandes pozos cuya profundidad es imposible que asome a la superficie. Nuestro mayor miedo viene dado por no saber nadarnos a nosotros mismos y a la vez por la incapacidad de concebir que otro nos nade. Si no podemos explorar el mundo abisal que nos abarca ¿por qué permitir que alguien más se sumerja en nuestras aguas? Y si se ahoga o nos descubre, ¿no estaríamos acaso en desventaja? La existencia de esas interrogantes, y quizá su carencia de respuestas, es la razón por la que siempre parecemos pequeños mares a la deriva y por ello, todos nuestros intentos de contacto con otros cuerpos no hacen más que aproximarnos a sus orillas.







3 comentarios:

  1. Preciosa reflexión. Me queda la duda sobre si el aproximarnos a las orillas de otros sin haber nadado por las nuestras, lo consideras algo positivo o negativo.

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    1. ¡Muchísimas gracias, Javier!!
      La verdad no veo algo negativo en aproximarnos a las orillas de otros, que es lo que comúnmente hacemos; en donde sí veo algo malo es en quedarse en ese punto y privarse nadar un poco más allá, incluso de las orillas propias, por temor al oleaje.
      ¡Un abrazote!! ;)

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  2. De acuerdo, es que esa idea no me quedaba clara.

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