Sin Sentido

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Ese sin sentido en el que se balancea la vida.
Ese comienzo incierto y final inconcluso propio de las historias a medias recordadas.
Ese ir y venir constante que nos ata a todos lados y al mismo tiempo a ninguna parte.
Ese pertenecer a nada y conformar un todo.
Ese querer ser un todo para quien quiere nada.
Ese "no sé qué" inevitable que juega al escondite con el "sí" y el "no" sin atrapar a alguno de los dos.
Ese borrón en que se convierte el olvido, el pasado, lo vivido.
Ese avanzar hacia atrás a través del tiempo: Entre más segundos, menos momentos.
Esa frontera a la deriva atrapada entre dos mundos.
Ese agobiante sobrevivir en el futuro y sobrar en el presente.
Ese soñar con las pupilas encendidas sin edificar algo y destruirlo todo al cerrar los párpados.
Ese hablar sin decir ni sentir, ni pensar.
Ese querer ir lejos sin partir ni llegar.
Ese estar rodeado y lleno de movimiento, pero quedarse paralizado con el alma hueca y la mente en blanco en un espacio inerte donde se acumula el vacío.
Ese accionar dormido que no permanece en vigilia ni cuando el querer o el poder lo acompañan.
Ese infinito en el que nadie cree y sin embargo, sigue protagonizando papeles.
Esa verdad bien vestida con demasiado decoro para dejarse ver desnuda.
Esa nada y ese todo que son contrarios pero casi parecen sinónimos.
Ese existir sin ser, ese estar sin ocupar, ese vacuo significado de vivir que torna insignificantes el resto de las cosas.
Ese sin sentido en el que nos balanceamos todos, donde los verbos se apegan a sus infinitivos y hacen posible que hasta suenen incoherentes los sustantivos.
Ese "siempre" y ese "nunca" que se enganchan de igual modo a principios y a finales, que sostienen una cuerda casi imaginaria a la que nos asimos un instante y luego desaparece dejándonos extrañados; porque aunque no hay algo sólido y visible a lo que aferrarnos, seguimos colgando con los brazos extendidos y los puños apretados.


¿Por qué nunca la aferramos, por qué siempre la soltamos?
 




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