Hasta El Final De Los Tiempos

/
0 Comentarios


–Te  amaré incluso calva.
–Te amaré hasta el final de mis tiempos.
Así comenzó la historia que ahora les refiero. De una singular pareja que demostró que amar no es solo cosa de cuento.
Sus allegados al oírlos sonreían, pero no era una risa genuina. Se mofaban, decían que aquello se lo decían todos los enamorados mientras les duraba el cariño, pero una vez ido, las promesas también emigrarían incumplidas a otro sitio.
Ellos estaban sordos, únicamente escuchaban esa melodía que el ambiente ayuda a crear cuando combina al mismo ritmo los latidos de dos almas. También estaban ciegos. “¡Abran los ojos, abran los ojos!” –les aconsejaban, pero ellos nada más separaban sus párpados para hallarse en el otro y presenciar en sus pupilas la perfección de su mutuo reflejo.
Sus encuentros y despedidas empezaban y terminaban con el mismo protocolo:
–Te amaré incluso calva.
–Te amaré hasta el final de mis tiempos.
Sus familiares y amigos insistían en la misma cantaleta; de forma cruel a veces, pero lo ignoraban: “te abandonará incluso antes de que se te caiga el primer cabello”, “en menos de lo que dura un suspiro te habrá olvidado”. Comentaban, sin medir su escarnio.
Sin embargo, él permaneció con ella después de haber perdido más de mil de sus preciosas hebras y ella se negó a alejarse de él aunque sus suspiros se hicieran más cortos cada vez.
A ella se le secaron los labios y él los humedeció con sus besos, su piel se volvió tan fibrosa como el papel y él la endureció con el calor de sus abrazos, las lágrimas no le cabían a ninguno de los dos en los ojos, pero tampoco eran suficientes para empañar la imagen del otro.
A él se le envejeció el rostro y ella cada que pudo lo renovó con su risa, los temblores repercutieron su cuerpo y ella lo calmó con su ternura, las miradas y las caricias no alcanzaban para hacerle justicia al amor que se tenían.
–Te amaré incluso calva.
–Te amaré hasta el final de mis tiempos.
Lo decían con palabras, lo emulaban en silencio. Pero la certeza y convicción con que lo expresaban, no terminó por convencer a aquellos que necesitaban ver para creer hasta que se la encontraron a ella con la cabeza descubierta antes de despedir su último aliento y a él sosteniéndola sobre sí, intentando inútilmente asirla a un mundo del que tenía que partir.
Esa fue la única vez que no cumplieron cabalmente el ritual:
–Te amo y te seguiré amando aunque no me haya dado tiempo de verte calvo. –Le dijo ella, forzándose por sonreír.
–Te amo y te seguiré amando, aun después de que volvamos a encontrarnos.
Más tarde su rito se repitió en boca de los otrora incrédulos:
– ¡La amó incluso calva!                                                    
– ¡Lo amó hasta el final de sus tiempos! 





No hay comentarios:

¡Coméntenos! Claro que mordemos, pero desde aquí no podemos hacerlo.

El mundo ya tiene demasiadas imitaciones. Defienda la originalidad. Con la tecnología de Blogger.