Un Soplo de Aire

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Sus pasos lo llevaron hasta más allá de la Avenida Tres Piensos, justo frente a la plaza de los almendros. A pesar de lo mucho que le gustaba la calle en la cual se detuvo, hacía mucho que no se pasaba por allí. ¿Por qué? ¿Quién iba a saberlo? Quizá el tiempo, quizá ese suspiro de nostalgia que ahora se mezclaba con el vaivén del viento.
Pequeños pedazos de papel empezaron a lloverle encima y levantó la cabeza en un intento de vislumbrar de dónde provenían. Alcanzó a ver medio brazo y parte de una castaña cabellera desaparecer en el interior de una ventana. Bajó la vista lentamente, ninguna expresión en el rostro. Uno de los trozos de papel se había posado sobre su chaqueta y en lugar de sacudírselo y proseguir su camino, lo tomó, escogió un par más del suelo e intentó descifrar inútilmente su contenido.
Quien hubiese roto la hoja antes de echarla a volar por su ventana había escrito:
“A veces me acuesto, miro el techo y pienso en ti. Y me digo que ese y no el verdadero fue nuestro cielo porque no tuvimos que compartirlo con el resto. Todavía esta esa mancha en la pared que nos sacó carcajadas cuando se instaló allí y que sucesivamente cada que mirábamos nos hacía sonreír. La bombilla es la misma bajo la cual salían a la luz nuestras querellas y a la que de vez en vez dejábamos en el olvido cuando usábamos las manos como prendas. Aquella muda de ropa tuya que llegó con la excusa de "por si acaso" se ha quedado haciendo guardia en el armario. Y el espejo, ¿te acuerdas?, aquel en el que nunca nos dio tanta vergüenza mirarnos como la que debía sentir él al reflejarnos, sigue custodiando la misma esquina en donde a su través se confrontan otros tantos rincones del cuarto.
Todo sigue igual, o al menos casi todo. Lo que fuimos ha decidido perpetuarse sin nosotros. Pero, lo siento. Ha pasado ya algún tiempo y es hora de que el cielo que nos amparó bajo este techo se enfrente a otras caras, encuentre otros dueños... Así que voy a sacar de las esquinas las telarañas de nuestros besos, voy a mirar seria la mancha mientras desaparece debajo de unos cuantos brochazos de pintura o un colorido tapiz, voy a descolgar del armario cualquier ápice de prevención y cambiaré la bombilla por una lámpara que no me dé tanto calor.
Sacudiré el polvo de las carcajadas, de las caricias, de los recuerdos y abriré la ventana para que se disperse en aires nuevos. Y suspiraré, tal vez de alivio, tal vez de nostalgia, tal vez de ambas, cuando contemple mi reflejo en otro espejo y desde un distinto panorama. Y me acostaré y miraré el techo, y quizá piense en ti o no, ¿quién podrá saberlo? Pero ya no diré lo mismo del cielo, sea falso o verdadero”.
– ¿Qué haces?
–Alguien los ha arrojado.
– ¿Y qué? ¿Para qué los recoges? Sabes que son solo trozos de papel, ¿no?
Asintió quedo en silencio mientras su acompañante lo halaba del brazo para continuar. Sin embargo, no se movió sin volver la vista hacia arriba, justo a donde había visto medio brazo y parte de una castaña cabellera que de hace tanto conocía. En el trocito de papel que había tomado de la solapa de su chaqueta reconoció su letra (no la de él, sino la de ella) en una sola palabra de cinco letras. Pensó en cuántas cosas habían vuelto a ser cosas y en cuántas habían cobrado sentido después de ella, y suspiró de nuevo... tal vez de nostalgia, tal vez de alivio, tal vez de ambas. Iba a guardarse el pedazo de papel en el bolsillo, pero en lugar de ello dejó que el viento escogiera su destino.




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4 comentarios:

  1. Wow, es precioso. ¡Yo no quiero que el viento decida!!!!¡Que suba!

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    1. Jaja, ¡muchísimas gracias, Javier!! Aunque el "wow" te lo pongo en duda, o bueno, me lo pongo en duda yo.. ¡Abrazote!! ;)

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  2. Nunca pongas en duda un wow, jeje, porque es signo de haber conmovido, y eso es elemental para quienes escribimos. Besos.

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