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Muchas de las entradas van acompañadas de alguna canción o video que no siempre tiene que ver con el escrito. Es simplemente un regalo para reconfortarlos o hacerles más daño antes o después de leer lo que escribimos.

¿Cuánto dolor esconde una herida?
¿Cuántas marcas deja en verdad una cicatriz?
¿De cuánto sufrimiento va cargado una lágrima?
¿Será que la tristeza se puede medir?
Grandes corazones
los que guardan mil penas
y aun así pueden latir.
Y que aun yendo de la mano de la amargura
encuentran un motivo para sonreír...
¿Cuántas marcas deja en verdad una cicatriz?
¿De cuánto sufrimiento va cargado una lágrima?
¿Será que la tristeza se puede medir?
Grandes corazones
los que guardan mil penas
y aun así pueden latir.
Y que aun yendo de la mano de la amargura
encuentran un motivo para sonreír...

María Soledad era sin duda como su apellido
apartada y encerrada en el vacío,
entregada al silencio y al olvido.
A veces lloraba y nadie cubría sus penas.
Pero entonces, oía gotas diáfanas cayendo del grifo
o una débil y repentina llovizna
le infundía su frío
y se sabía entendida,
aunque de una forma distante y ajena.
Luego guardaba sus lágrimas
apretaba la llave para impedir el tintineo del agua
corría las persianas tras la ventana cerrada
y así tristemente sentíase consolada.
apartada y encerrada en el vacío,
entregada al silencio y al olvido.
A veces lloraba y nadie cubría sus penas.
Pero entonces, oía gotas diáfanas cayendo del grifo
o una débil y repentina llovizna
le infundía su frío
y se sabía entendida,
aunque de una forma distante y ajena.
Luego guardaba sus lágrimas
apretaba la llave para impedir el tintineo del agua
corría las persianas tras la ventana cerrada
y así tristemente sentíase consolada.

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Lo dicho... La línea entre ficción y realidad es muy final... Tanto que al final pueden coincidir, y sino que se lo digan a nuestro Joe.
ResponderEliminarUn relato muy ameno, Fritzy. Consigues entremezclar las tramas (el atraco y el ligoteo) en ese diálogo a tres bandas, con una técnica impecable para sorprendernos con ese giro fílmico y "dramático" que nos hace pensar en un plató de cine donde el director grita "¡Corteeeen1 ¡Esta toma es una mierda!" Y nos cambia de plano con una facilidad pasmosa, sumergiéndonos en otra realidad, más cotidiana donde, esta vez sí, el final es más satisfactorio para nuestros protagonistas, ja, ja
Me ha encantado compañera. Un relato que se lee embelesado, enredado en esa prosa intensa que tú tienes y en esas frases cruzadas como balas en una reyerta o rayos láser en un bar de copas.
¿"Piedras en las pelotas"?... Me lo imagino y me duele, ja, ja
Un fuerte abrazo
Jajaj, espero que nadie haya salido realmente herido en esa reyerta... salvo el jefe y porque no hay remedio. Habrá que preguntarle cómo siguen sus pelotas, aunque al parecer no le causarán tanto dolor como los daños a su local.
EliminarCierto que esa línea entre realidad y ficción es muy fina, debe ser allí precisamente donde descanse lo divertido (o frustrante) de la cuestión, en no saber dónde empieza y termina la una y la otra. Pero por lo visto, a Joe y Esther le ha traído beneficios.
¡Gracias a montones, Isidoro! Es un gusto tenerte por aquí. ¡Besos y un abrazote! ;)
Me encanta! Aunque estoy tan torpe que he tenido que leerlo tres veces para darle MI propia versión, por eso te dije antes que no te iba a pedir explicaciones. Ahora sí que me cae bien Aldo... cuestión de espejos
ResponderEliminarVas aprendiendo, vas aprendiendo, jaja. Muchísimas gracias, Javier. La versión propia es la mejor y si no, al menos es con la que elijo (o recomiendo) quedarme(se). Ehm, que te caiga bien Aldo ahora que ves de otra forma su reflejo...
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