Repugnancia

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Fotografía de Christian Schloe

Las heridas abiertas del soldado se divisaban desde lejos. La sangre manaba a borbotones y regaba el suelo. Desde las alturas el cielo se opacaba con su vista, el sol apenas sonreía, las nubes tardaron en salir despavoridas.
Luna observaba el episodio desde la ventana, sentía lástima por el musgo entre las piedras, ya teñido de rojo borgoña, y también por la Sra. Inmaculada: no iba a ser fácil dejar impecable el suelo y hacerle honores a su nombre de pila luego de esa mancha. Se preguntó por qué la gente tendría que seguir dando trabajos después de muerta, por qué no se llevaban su desastre con ellas. Desde abajo, el hombre uniformado no la perdía de vista, si no fuera por la distancia se hubiera atrevido a decir que tenía sus ojos pegados encima. No le gustaba que la observara, nunca, ni antes ni ahora. Odiaba que lo hiciera. El hecho de que los mantuviese aún abiertos le causaba náuseas y vértigo, y algo de miedo. Le hacían recordar... su gesto incontenible con los dientes y la lengua; le hacían rememorar... sus manos sudorosas ensuciando alguna parte de su piel; le hacían revivir... “¡desvístete, pequeña! ¿Tienes un regalo para mí?”
— ¡No! ¡Aaaasscoo! ¡Que no me toque, que no me toque...!
— ¿Luna? ¿Qué te pasa? Solo estamos tú y yo aquí.
La señora Tania se acerca a su hija y la abarca con un brazo para confortarla. Sosteniéndola se asoma a la ventana. No da crédito a lo que sus ojos le enseñan y se conmociona:
— ¡Pero, por Dios! ¿Es que nos van a traer a las puertas de la casa la guerra? —Ignora que en este, igual que en siglos anteriores, las guerras se reinventan cada día y cada cual lleva una a cuestas.
Le tapa los ojos a Luna intentando protegerla del horror. Desconoce también que su hija el horror ya lo vivió y que por su cuenta, logrando (ella sí) hacerle honores a su nombre de pila, tuvo que alumbrar su noche. 
Las manos de su madre no logran impedir que siga viendo los ojos del hombre yaciente disfrazado de soldado. Considera bastante curioso que no haya reconocido al sobrino mayor de la vecina de al lado y piensa también en Juanchito, ¿dónde estaría ahora metido? Seguro que no debió contarle aquello, ni decirle del revólver escondido en el armario del cuarto, ni pedirle ayuda para que aquel dejara de hacerle daño. No se arrepentía, sin embargo.
Por una rendija que dejaban los dedos de su madre sobre su vista, alcanzó a echar otra mirada hacia abajo. Sintió una pizca de alivio, ahora todo habría acabado. Mientras su madre gritaba otra impresión al sordo viento se reprochaba: “si solo le hubiera también arrancado los ojos de cuajo...” Y luego, al tiempo que un escalofrío la sacudía, gruñó por lo bajo en un áspero suspiro:
—Asco...







3 comentarios:

  1. Probablemente el único soldado que ha merecido su castigo, por meterse en guerra donde no la había y menospreciar las armas del contrario. Ahora entiendo que te quejaras, al leer mi Lily Mod, de que el tipo no recibiese su escarmiento de forma contundente... Tú te has desquitado cortando por lo sano, o mejor, por lo podrido, porque no me extraña que a Luna se diera asco. Magnífico como siempre, Fritzy. Estás en racha productiva, me alegro, siempre es un placer leerte. Un fuerte abrazo

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  2. Perdón, "que a Luna le diera asco"... ¿Por qué no leeré de nuevo lo que escribo antes de darle al botoncito de "publicar"?
    Besos

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    1. Jajajaj... "En racha productiva", a ver cuánto me dura. Ese soldado desmerece mucho más a mi vista porque, justamente, su contrario nunca estuvo armado, aún cuando luego encontrase otras "armas" a su favor. En cuanto a tu Lily Mod, mi queja no fue tanto para el hombre como para Lily en sí: con todas las capacidades que tiene, su participación me ha resultado muy pasiva en la historia. No sé, creo que es demasiado personaje para un tipo como aquel (con perdones, eh). Así que no, no me he desquitado, todavía quiero leerme cómo le das a esos personajes el tratamiento que demandan (o merecen). ¡Mil gracias, Isidoro!! ¡Y un abrazo enorme! ;)

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