Minutos de Vigilia

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Hay un momento de la noche que nunca nos evade, que nos espera diligentemente con la misma ansia con que el cansancio se echa a los brazos de Morfeo. Ese momento rodeado de silencio en donde la quietud se pasea oronda y engalanada y sin querer lanza una piedra en nuestro interior que agita la superficie del alma. Entonces, mientras hacemos un resumen de lo que hicimos antes de llegar a la cama y otro de lo que debemos hacer al apartarnos de ella, nuestra mente divaga entre los recuerdos y el presente, nuestra almohada se convierte en confidente y de pronto nuestro lecho se transforma en un juzgado donde la conciencia da cuenta de todos nuestros actos. Y parece que escuchas a las dos partes debatiendo: esto estuvo bien, esto estuvo mal; mientras que la voz de un juez que nunca has sabido identificar determina: a lugar o no a lugar. Se inicia un alboroto en la sala, ya están a un paso de dictaminar el veredicto, no sabes si te absuelven o condenan; pero no te importa, porque con el sueño de defensa y las sábanas de abrigo, todas tus preocupaciones se apagan y van cayendo poco a poco al precipicio del olvido.






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