No Es Del Tiempo La Cura

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Dígame señor:
Ya que el tiempo es la mejor medicina,
¿Cuánto necesito para limpiar una ofensa?
¿Cuánto necesito para sanar una herida?
Que yo prescindo entonces de consejos y suturas.
Quíteme usted una duda:
Lo vende en kilos o en litros,
En cápsulas o en ampollas.
Dígame si la cura es líquida o sólida,
Si se administra vía oral o intravenosa
Y de ser así,
¿Cuántas dosis me tomo? O
¿Con cuántos cc preparo la inyectadora?
Pero cuénteme,
¿Desaparece moretones?
¿Alivia toda clase de golpes?
¿Endereza torceduras?
¿Evita las cirugías?
¿Diezma hasta las enfermedades letales?
Porque si es así yo echo a un lado los ungüentos,
Las vendas y cabestrillos.
Me olvido de cirujanos, de doctores y hospitales.
Nada de récipes, de menjunjes ni recetas.
Véndame docenas, montones o raudales de ese buen medicamento
Y no escatime usted en costos,
Que si tan eficaz es el remedio
Yo sabré pagar el precio.
¿Dónde pues tiene usted ese elixir de tan poderosos efectos?
¿Sanará también el alma?
¿Dará verdadero reposo al cuerpo?
¿Reparará la conciencia?
Y al corazón tan ajado, roto y maltratado,
¿Lo dejará como nuevo?
Oh, lo cambiaría por oro,
Por cualquier preciado tesoro.
Basta con que usted lo ponga al alcance de mis dedos.
¿Pero qué pasa? ¿No se da prisa?
¿Por qué no está corriendo tras su busca?
Es que no lo tiene, ¿cierto? No existe tal cosa.
Porque el tiempo solo sabe consumirnos
Sin piedad ni miramientos
Y no son nuestras penas las que se desvanecen,
Somos nosotros quienes poco a poco desfallecemos.



No es del tiempo la cura, sino de tu capacidad para superar las heridas. Después de todo, eres tú quien cicatriza.






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