Saliendo a Flote

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"Nadie soporta el olor de su mierda", me dijo mi madre alguna vez. Y la verdad, después de pasar como cuatro días borracho y con un malestar de los mil demonios, debo darle la razón y agregar que la suciedad, el sudor y el alcohol no son buena combinación.
Si a esto le sumas sentirte igual que la peor de las pifias, destrozado por fuera y por dentro por hechos que aquí no van a cuento, te haces idea de la impresión que das a primera vista y la decepción que dejaría una segunda. Lo curioso de todo es que cuanto más daño te haces y más a la deriva te eches, mayor es la culpa que sientes.
Te cansas de hacer zapping en el tv sin ver nada en especial, tirado de cualquier manera sobre el sofá, acabando con toda la reserva de cereal de la cocina y con cualquier botella que se te pase por el frente, llevando la misma ropa de hace no sabes cuántas noches, con la barba enterrándote la cara, encontrándote casi al mismo nivel del piso de la sala y dando lástima.
Entonces te haces consciente de lo mucho que apestas en muchos aspectos y aquella frase de tu madre empieza a atormentarte. ¡Rayos! Cómo quisiera tener la nariz tapada en este momento. Te dices notando lo agria que se oye tu voz y el rancio sabor que se te pega en el paladar. Luego no puedes dejar de pensar en lo bajo que has caído, en lo solo que estás y en que definitivamente al momento de cagarla nadie soporta el olor de su mierda ni qué decir del de los demás.
Así que echas a un lado lo que sea que te estés bebiendo, dejas el mando del tv estar, te levantas con el cuerpo agarrotado y acalambrado y liberas al mueble de tu letargo. Te diriges a la ducha pensando  que en tu estado es la mejor opción y esperando también obtener con ello algún tipo de liberación.

A veces hay que tocar fondo para saber qué tan bajo se ha caído y agarrar impulso para mantenerse a flote en la superficie. Así que cuando sientas que te estás hundiendo con tus problemas recuerda una cosa: la mierda flota, eres tú quien se ahoga.


A mis mierdas les digo, citando a Álvaro de Campos: "¡Iros al diablo sin mí, o dejadme ir solo al diablo! ¿Para qué habremos de ir juntos?"

Aldo Simetra





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